jueves, 29 de mayo de 2014

Entendamos la Redención

ETIMOLOGÍA


La palabra Redención viene del latín redimire, (del prefijo red: hacia atrás, reiteración, de nuevo, y el verbo emere: comprar). Se usa para indicar la acción de:
  • Poner fin a un dolor o castigo.
  • Volver a adquirir algo que se había perdido.
  • Conseguir mediante un precio la libertad de un  esclavo o cautivo.
  • Comprar de nuevo una cosa que se había poseído y vendido.


LAS ETAPAS DE LA REDENCIÓN:


OÍR LA PALABRA Y CREERLA


Adán y Eva eran santos hasta que desobedecieron a Dios. Fue así cómo el pecado se apoderó de ellos, y la muerte entró al mundo; por eso, ambos fueron expulsados del paraíso. Ya que ellos eran la raíz de todo linaje terrenal, el pecado pasó a toda la humanidad, de modo que todos nacemos separados de Dios, sometidos al dominio de Satanás, y condenados a padecer la muerte eterna.

Para ser redimidos, hay que tener fe; y para tener fe, es necesario oír la Palabra de Dios que capacita al que oye para entender, entre otras cosas, que cada uno de nosotros nace esclavo del pecado, y que necesita de un Salvador para salir de esa cárcel que lo separa de Dios, porque el hombre por sí solo es incapaz de alcanzar el estándar de santidad que se requiere para restablecer la comunión que en el principio tenía con su Creador. 

No hay ni siquiera un humano digno de estar en la presencia del Señor, porque Él es Santo, Santo, Santo. Dios nada nos debe, más bien todos merecemos recibir su ira sobre nuestras cabezas y el castigo eterno. Sin embargo, Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta de sus rebeliones, de manera que pueda salvarse de la ira, y vivir eternamente en su reino.

ARREPENTIMIENTO


Habiendo reconocido su condición de pecador, y su incapacidad de escapar por sí solo del poder que el pecado ejerce sobre él, el hombre debe arrepentirse, aspirando a tener una buena conciencia delante del Dios y Padre. Un corazón quebrantado, que pide ayuda para cambiar su vida, siempre es escuchado y recibido con los brazos abiertos por el Padre amoroso.


INVOCAR EL NOMBRE DEL SEÑOR


Sólo hay un nombre, dice la Biblia, que debemos invocar para ser salvos de la ira de Dios: Jesucristo, a quien Dios el Padre exaltó, y lo dio como único Salvador y Redentor de la humanidad. El Señor dice que no rechaza a ninguno que cree en Él, sino que recibe a todo el que le busca, y lo resucitará al final de los tiempos.


JUSTIFICACIÓN


La justificación quiere decir que "somos declarados justos"; pero no significa que automáticamente nos volvemos justos, porque, no obstante haber sido lavados de nuestra inmundicia, seguimos con tendencia a pecar, porque el pecado reside aún en los miembros de nuestro cuerpo, aunque ya no tiene poder sobre nuestra voluntadSer declarados justos equivale a recibir un acta judicial, donde se certifica que nuestra deuda de pecado ante Dios fue pagada con la vida de Jesús, quien murió en la cruz como sustituto nuestro, por tanto estamos en condiciones de presentamos ante el trono de Dios purificados.

BAUTISMO, REGENERACIÓN Y SANTIFICACIÓN


Decimos que recibimos el bautismo en Cristo, o en el Espíritu Santo, cuando, por fe, morimos en la muerte de Cristo, llevando nuestra naturaleza pecaminosa a la cruz y, en su resurrección, nosotros también renacemos a una nueva vida espiritual, consagrados a la gloria de Dios. En otras palabras, en nuestro bautismo hemos sido santificados o apartados para servir a Dios. Sin embargo, la santificación también debe entenderse como el proceso de purificación, en que somos transformados a la imagen de primogénito de la Creación.

Cuando fuimos lavados con la sangre de Cristo, y santificados para Dios, fuimos adoptados como hijos del Altísimo, por lo cual Dios envió el Espíritu Santo de su Hijo a nuestro corazón, sellándonos así para salvación eterna. Es decir, lo que antes éramos murió, ahora somos una nueva criatura en CristoNuestra ciudadanía pertenece a los cielos; y aunque estamos en el mundo, ya no somos de aquí, por tanto, no debemos vivir como los del mundo.

La Santificación, que se inicia cuando Cristo nos lava de nuestros pecados, no concluirá, sino hasta la venida de nuestro Señor, al final de los tiempos


GLORIFICACIÓN


Por último, seremos glorificados. Cuando suene la trompeta final, Cristo vendrá en las nubes por su iglesia y, primero, resucitarán los que hayan muerto en Cristo, es decir, que murieron siendo salvos por la fe en el Señor. Luego, los renacidos del Espíritu que aún estén con vida a su venida, serán arrebatados a los cielos. Aquel glorioso día, los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos glorificados, y los que sean arrebatados, sus cuerpos corruptibles serán transformados  en cuerpos inmortales, semejantes al cuerpo de la gloria de nuestro Señor, y seremos como Él es, y reinaremos con Él.


"ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados.
El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, 
sino con la preciosa sangre de Cristo
como de un cordero sin mancha y sin defecto". 
(1 Pe 1:18-19 NVI).



Lectura recomendada:






miércoles, 28 de mayo de 2014

Tenemos Poder dentro de Nosotros IV (El Nombre)

SÓLO JESUCRISTO ES EL CAMINO A DIOS


Las Escrituras son enfáticas en decir que no hay otro nombre dado a los hombres para que podamos ser salvos, sino el bendito nombre del Hijo de Dios. El poder que produce nuestra milagrosa salvación sólo es posible a través de Jesucristo, y es a través del Espíritu de Jesucristo en nosotros que se inicia y perfecciona la regeneración de nuestro espíritu.

Al cumplir Jesús con la obra que el Padre le había encomendado, "Dios lo exaltó hasta lo sumo  y le otorgó el nombre que está sobre todo nombrepara que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra(Fil 2:8-10 NVI)"Porque para esto Cristo murió y resucitó, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos" (Ro 14:9 LBLA).

Por tanto, necesario es recalcar que no hay otro intermediario entre Dios el Padre y los hombres, sino Jesucristo hombre, quien, habiendo sido glorificado, ahora está sentado a la diestra del trono de Dios, para interceder por nosotros ante el Altísimo. Por tanto, todas nuestras oraciones, peticiones, acciones de gracias, alabanzas debemos manifestarlas en el nombre de Jesucristo.  

Sin embargo, debemos tener muy presente que, para que Dios manifieste su poder a través de la Palabra, la Sangre y el Nombre de Cristo, es necesaria la FE, y la fe viene por oír la Palabra de Dios. Sin fe, dicen las Escrituras, es imposible agradar a Dios, "porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan". (He 11:6 RVA2015)


EL NOMBRE QUE ES SOBRE TODO NOMBRE


Cuando los apóstoles protagonizaban milagros, no eran ellos quienes los hacían, sino Dios por medio de ellos, a través del nombre de Jesús. Una de las historias, en Hechos 3, cuenta sobre la sanación que practicaron Pedro y Juan en un inválido que pedía limosna a la entrada del templo. Pedro lo quedó mirando y le dijo "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los tobillos del hombre cobraron fuerza" (Hechos 3:6-7 NVI). La multitud que presenció el milagro estaba admirada, y "Al ver esto, Pedro les dijo: «Pueblo de Israel, ¿por qué les sorprende lo que ha pasado? ¿Por qué nos miran como si, por nuestro propio poder o virtud, hubiéramos hecho caminar a este hombre?" (Hechos 3:12 NVI), dejando en claro, luego, que "por la fe en el nombre de Jesús, este hombre fue sanado, y ustedes saben que él antes era un inválido. La fe en el nombre de Jesús lo ha sanado delante de sus propios ojos." (Hechos 3:16 NTV).

Cuando las autoridades judías pidieron explicaciones sobre lo ocurrido, Pedro les contestó: "¿nos interrogan hoy por haber hecho una buena obra a un inválido? ¿Quieren saber cómo fue sanado? Déjenme decirles (...) que fue sanado por el poderoso nombre de Jesucristo de Nazaret”. Y recalcó: »¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos». (Hechos 4:9-12 NTV).
Jesús, luego de la última cena, dijo a sus discípulos:


Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre
Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
Juan 16:24 - NVI





Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, 
Porque guardamos sus mandamientos
Y hacemos las cosas que son agradables delante de él.
Y este es su mandamiento: 
Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, 
Y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.
1 Jn 3:22-23 RVR60




miércoles, 14 de mayo de 2014

Tenemos Poder dentro de Nosotros III (La Palabra)

PALABRAS QUE SON ESPÍRITU Y VIDA

Ya vimos que la sangre de Cristo es vida, pues bien, ahora veremos que la Palabra de Dios es nuestro alimento espiritual, y el Padre la puso a disposición para que, conociéndola, seamos renovados en nuestra comprensión de las cosas eternas. Él nos dice: "Mis palabras guárdalas, está atento a ellas, inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos, porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo tu cuerpo" (Pr 4:20-22 RVR60); "Estudia constantemente este libro de instrucción (La Biblia). Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas"(Jos 1:8 NTV).

Es la Palabra de Dios la que nos regenera; la que nos lava de toda nuestra inmundicia, y nos renueva en nuestra mente, porque la Palabra de Dios está viva, y es espíritu que penetra hasta lo más profundo del ser, y ante su presencia, las tinieblas van desapareciendo, y la luz comienza a ganar terreno en nuestro corazón.


DESNUTRICIÓN ESPIRITUAL


De igual manera que no podemos tener salud si no nos alimentamos adecuadamente, nuestra vida espiritual necesita ser nutrida todos los días para poder estar fuertes y enfrentar con sabiduría los desafíos que a diario debemos librar. La Palabra de Dios es nuestro pan diario que, como el maná que caía del cielo, debemos procurarnos cada nuevo día.

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Sería tan bueno para los creyentes tomar en serio estas declaraciones bíblicas, porque sólo conociendo la palabra que sale de la boca de Dios estaremos verdaderamente preparados para la vida terrenal, y para encaminarnos a la vida eterna. 

Un cristiano desnutrido espiritualmente es blanco fácil de los engaños de Satanás, y va a padecer mucho, porque su fe será débil, pues la fe viene por "comer" la Palabra de Dios. Sólo cuando conocemos a alguien podemos confiar en esa persona, pero si no buscamos a Dios, ¿cómo podríamos llegar a saber quién es Dios, o su Hijo Jesucristo? y ¿Cómo les podemos conocer? Yendo a su Palabra, escudriñándola, estudiando cada libro, capítulo y versículo. No hay otra forma en que podamos ser llenos del Espíritu Santo si no es a través de profundizar en las Escrituras, sabiendo que, "toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad, y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados, y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra" (2 Ti 3:16-17 NTV).

Estudiar la Palabra es una tarea diaria, de lo contrario, comenzamos a debilitarnos espiritualmente. Hay muchas formas de crecer en el conocimiento de Dios. En internet hay muchos programas que nos ayudan a avanzar en el conocimiento de las Escrituras. Hay libros muy didácticos y autores muy entretenidos que nos pueden ayudar, pero ¡Cuidado!, nada reemplaza la lectura personal de la Biblia. Incluso este Blog, que lo hago con la mejor intención, para que juntos aprendamos, no reemplaza tu propia búsqueda, porque todos tenemos diferentes inquietudes y, cuando empezamos a buscar, el Espíritu Santo nos va guiando conforme a nuestra necesidad en particular. 


Pidan, y se les dará; 
busquen, y encontrarán; 
llamen, y se les abrirá. 
Porque todo el que pide, recibe; 
el que busca, encuentra; 
y al que llama, se le abre.
(Mt 7:7-8 NVI)



miércoles, 7 de mayo de 2014

Tenemos Poder dentro de Nosotros II (La Sangre)


"Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios; 
Ha llegado ya la autoridad de su Cristo
Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, 
El que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. 
Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero"
Ap 12:10-11 NVI


La Sangre


La Sangre derramada por Cristo en la cruz, es el elemento que nos limpia y nos hace presentarnos puros ante Dios, como si no hubiésemos cometido pecado. Ésta es la condición sin la cual no podemos iniciar una comunión con Dios: Libres de Pecado.

La ley de Moisés (el Primer Pacto) “exige que casi todo sea purificado con sangre, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón (He 9:22 NVI).

La Ley mosaica contemplaba ritos para purificación, en los cuales debía intervenir el sacrificio de animales puros, sin manchas ni defectos, cuya sangre sería usada para limpiar a los israelitas del pecado, porque “la vida de toda criatura está en la sangre”...y “la propiciación (acción agradable a Dios, con que se le mueve a piedad y misericordia) se hace por medio de la sangre” (Lv17:11 NVI). 

Por medio de la sangre de animales, los israelitas no sólo expiaban sus pecados, también se purificaban de las enfermedades, santificaban los lugares, las personas, los bienes, etc., y los ritos se hacían permanentemente.


La Muerte no Tiene Poder Sobre los Hijos de Dios


Cuando Dios liberó a Israel de la esclavitud en Egipto, la última plaga que envió contra los opresores fue la muerte de los primogénitos, y la señal por la cual los israelitas evitaban ser tocados por el ángel de la muerte, era la sangre de un cordero sin defecto, que debía ser rociada en los dinteles de las casas (Ex 12:7,12-13).

Pues bien, la casa somos cada uno de nosotros, que nacemos condenados a muerte por el pecado de Adán, nuestro padre terrenal. Por tanto, así como los israelitas debieron pintar el dintel de sus puertas para que la muerte no los tocase, cada uno de nosotros, por fe, debe ser rociado con la sangre que Cristo derramó en la cruz, a fin de que, habiendo sido limpiados de nuestro pecado, la muerte no tenga poder sobre nosotros cuando el día del Señor venga.


El Día de la Expiación


La Ley mandaba que sólo el Sumo Sacerdote podía ingresar al lugar Santísimo del tabernáculo, una vez al año, con el fin de ofrecer sacrificio de un animal, cuya sangre, primero, era rociada para purificación de sus propios pecados y luego por los pecados del pueblo.

Habiéndose cumplido los tiempos, nuestro Soberano Dios envió a su Hijo para ser ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos de una vez y para siempre (He 9:28 ). Habiendo sido perfecta propiciación a favor de nosotros, Cristo entró como nuestro Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec (ya no de Aarón) en el Lugar Santísimo, (que es el cielo), pero "no lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, (como se hacía en el antiguo pacto), sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno" (He 9:12 NVI). Así fue cómo Jesús abrió el camino hacia el reino de los cielos a todo el que cree en Él. En su muerte, morimos también nosotros, los que creemos, y en su resurrección, nosotros también volvimos a nacer, pero del espíritu, convirtiéndonos así en ciudadanos del Reino de Dios.

La sangre derramada en la cruz por Jesús fue la derrota de Satanás. Si el diablo hubiese sabido que Jesús iba a ser el Cordero cuya sangre reconciliaría a Dios con la humanidad, jamás lo hubiese matado. Ese era el gran misterio que Dios ocultó en las antiguas Escrituras, y que se describía en las ceremonias expiatorias que Israel debía celebrar periódicamente, de las cuales nos dio entendimiento después de la resurrección de Su Hijo, por medio de los apóstoles (1Co 2:7-9). 

Dicho en pocas palabras: el Plan que Dios había ideado desde la eternidad era expiar con la sangre del Hijo del Hombre, que fue obediente hasta la muerte, el pecado que mantenía esclavizada a toda la humanidad, y así preparar un pueblo santo, que por fe nace del Espíritu, que reinará en la tierra, junto a su Soberano Dios, cuando este mundo caído sea destruido. 








lunes, 5 de mayo de 2014

Tenemos Poder dentro de Nosotros I

BAUTISMO EN CRISTO


Antes de ascender, habiendo resucitado, Jesús dijo a sus apóstoles:

"Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días 
ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo..." 
" ...cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, 
recibirán poder" 
(Hch 1:5, 8, NVI)

Para recibir el poder de Dios, debemos ser bautizados en el Espíritu. Si no renacemos espiritualmente, el Espíritu Santo no puede venir a morar dentro de nosotros, ni podremos entrar al Reino Dios.

Recibimos el bautismo en el Espíritu Santo cuando, habiéndonos arrepentido de nuestros pecados, invitamos a Jesús para que Señoree sobre nuestra vida(ver "Cómo ser Salvos")Es entonces que nuestras vidas pueden verse transformadas, porque morimos al pecado, y renacemos a una nueva vida que proviene del Espíritu de Dios: somos nueva criatura.


¿POR QUÉ DECIMOS QUE SOMOS PODEROSOS EN CRISTO?


Porque, al arrepentirnos de pecado, y reconocer que nuestro Señor es Jesucristo, estamos cambiando la potestad que nos gobierna. Antes, estábamos bajo el poder de Satanás; éramos hijos del pecado, pero a partir de nuestro renacimiento espiritual, al haber sido lavados con la sangre que Jesús derramó en el calvario, quedamos libres de ese pecado que nos mantenía prisioneros, y pasamos de vivir en las tinieblas, a ser ciudadanos del Reino de la luz.

Por la fe, hemos nacido del Espíritu Santo, y todo el que nace de Dios vence al mundo. Es decir, Satanás ya no tiene ningún poder sobre nosotros, pues, estamos bajo la protección de nuestro Padre, que velará por nuestro crecimiento espiritual, nos consolará ante las situaciones difíciles, nos dará la salida ante situaciones adversas, y bendecirá nuestro hogar y nuestro trabajo.

La voluntad del Padre es que seamos santificados y nos vayamos perfeccionando hasta llegar a ser como Jesús. Antes de renacer espiritualmente, eso era imposible, pero ahora, con el poder del Espíritu Santo en nosotros, que nos guía, protege y corrige, la Voluntad de Dios puede ser cumplida.

Para graficar el poder de Cristo en nosotros, un ejemplo: es absolutamente cierto que es muy difícil para un adicto salir de su adicción solo, sin ayuda; sin embargo, es muy común oír testimonios de ex adictos que han sido liberados de su adicción cuando han conocido a Jesús. Esto es, porque cuando Cristo mora dentro de una persona, es Él mismo quien inicia la tarea de restauración de esa persona; esa persona ya no libra sus batallas sola, sino con el poder de Cristo que está dentro de ella.

La oración de los justos tiene mucho poder, por eso, nos dice Pablo. "Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús" (Fil 4:6-7 LBLA).


EL PODER DE DIOS EN NOSOTROS



Es importante destacar esto: no es nuestro el poder; es el PODER DE DIOS EN NOSOTROS, o dicho de otro modo, SOMOS PODEROSOS EN CRISTO.

No estamos hablando de un poder basado en autosugestiones, o visualizaciones, como lo tratan los movimientos de auto-ayuda, ya sea de nueva era, u otros, que tergiversan el significado de la palabra "fe". No cometamos la imprudencia de creer que Dios es nuestro empleado para hacer lo que nosotros le digamos que haga. Él conoce nuestro corazón, y si no va contra nuestro crecimiento espiritual, y andamos conforme a su Voluntad, Él no dudará en bendecirnos conforme a nuestros deseos.

Hay que reconocer que hay movimientos religiosos, cuyos líderes se autodenominan cristianos, que enseñan que el concepto de "vida en abundancia" significa hacerse de todos los bienes materiales que uno puede desear. No obstante, fue Jesús quien dijo: "No pueden servir a Dios y a las riquezas". La vida en abundancia es esencialmente espiritual, y cuando se vive espiritualmente, los bienes materiales son sólo accesorios, y dejan de ser una obsesión. Una vida exitosa, suplida en todo sentido, es consecuencia de recibir a Cristo en el corazón, y de tener un espíritu fortalecido por la fe. La felicidad se puede definir como una vida en la que abunda el gozo, la paz, el amor, el autocontrol, la bondad, la humildad, la paciencia, la amabilidad, la fe, todos son frutos del Espíritu, y nada de esto se consigue con las riquezas que ofrece el mundo.

Jesús prometió que, si buscamos el Reino de Dios y su Justicia, el Padre cubrirá todas nuestras necesidades, porque Él sabe lo que necesitamos para vivir en este mundo. 

MAYOR ES EL QUE ESTÁ EN NOSOTROS


Con todo, si bien es cierto, ya no somos de este mundo, porque somos del Reino de Cristo (Jn 17:14-16), estamos aquí, por lo tanto, no estamos exentos de los ataques del demonio (Jn 16:33), pero ahora sabemos que el Espíritu Santo, que mora en nosotros los creyentes cristianos, es más poderoso, así que con la autoridad de Jesús en nosotros, podemos resistir al diablo para que huya, con oración permanente, sabiendo que "TODO LO PODEMOS EN CRISTO QUE NOS FORTALECE" (Fil 4:13).
                                                           
Ya sabemos que nuestra lucha no es contra carne y sangre (personas), sino contra espíritus diabólicos que cohabitan con nosotros, por lo que tampoco debemos olvidar que la armadura que nos cubre es también espiritualCuando Cristo fue tentado en el desierto por Satanás, en sus respuestas decía “escrito está”... y citaba las Escrituras....Esa fue su defensa, y “el diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían” (Mt 4:1-11).


Jesús dijo:



Estas señales seguirán a los que CREEN:
En mi nombre echarán fuera demonios
hablarán nuevas lenguas;
Tomarán en las manos serpientes,
 y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño;
 Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. 
(Mr 16:17-18, RVR 60)


"El que en mí CREE, las obras que yo hago, él las hará también;
Y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. 
Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; 
así será glorificado el Padre en el Hijo. 
Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré".
(Jn14:12-13, NVI)


TRES ARMAS PODEROSAS:


Hay tres poderosísimos argumentos que debemos conocer, para recordar que somos más que vencedores en CristoLa Sangre de Cristo que nos redime al limpiarnos de pecado, y nos justifica ante Dios; la Palabra, que debemos conocer para usarla como arma ataque y defensa contra el mal; y el Nombre, que es el nombre de Jesucristo, a quien Dios "exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra". (Fil 2:9-11).