miércoles, 12 de abril de 2017

Fuego Purificador

BAUTIZO EN ESPÍRITU SANTO Y FUEGO


Hay una frase de Juan Bautista que ha dado para diversas conclusiones: refiriéndose a Jesucristo, él dijo "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, (...), es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Mt 3:11 RVR60).

He oído a sabios pastores decir que el fuego se refiere al que vendrá al final de los tiempos, cuando Jesús queme la paja, en fuego que nunca se apagará, queriendo decir que los que no entren en su Reino, irán al fuego eterno.

Por otra parte, las Escrituras dicen que la Palabra de Dios es como fuego y como martillo que quebranta la piedra. Luego de estudiar en profundidad muchos pasajes bíblicoss, creo que el bautismo en fuego se refiere, más bien, a las experiencias o pruebas que Dios permite que enfrentemos, con el fin de enseñarnos a andar en sus caminos y para ejercitar y fortalecer nuestra fe.

EL BAUTISMO PARA SALVACIÓN


Juan bautizaba en agua para arrepentimiento, a fin de preparar a Israel para recibir a su Mesías. Incluso ahora, el bautismo en agua es un rito simbólico para testimoniar que el que se bautiza ha reconocido que ha llevado una vida de pecado, y ha decidido enmendar sus caminos, y está dispuesto a someterse al Señorío de Jesucristo. Cuando el arrepentimiento es verdadero, podemos confiar que en ese acto, hemos sido lavados de nuestro pecado por la expiación que Jesús llevó a cabo al derramar su sangre en la cruz. Luego, por la fe, recibimos el bautismo del Espíritu Santo, que es cuando renacemos espiritualmente. A partir de esa gloriosa recreación, Jesús inicia en nuestro interior la tarea de transformarnos a su imagen, quitando todo lo que estorba a nuestra nueva vida espiritual, moldeando día a día nuestro espíritu, para que la luz de nuestro nuevo nacimiento sea evidente en medio de las tinieblas que dominan al mundo. Así, el fuego inicia su obra purificadora.


SOMETIDOS AL CRISOL


Para Jehová, sus hijos somos como un metal precioso. El pueblo de Israel estaba llamado a edificar la casa de Dios, pero se rebeló, desechando el pacto que tenía con el Creador, y terminaron siendo arrasados por sus enemigos. Fue entonces que, llorando, el profeta Jeremías dijo: 


¡Cómo se ha ennegrecido el oro!
¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!
Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.
Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro,
¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!
(Lam 4:1-2)


Después que Israel recibió las consecuencias de su pecado, Jehová prometió:

"meteré en el fuego a la tercera parte, 
y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro
El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: 
Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios
(Zac 13:9 RVR60)

Y sobre el Mesías prometido, dicen las Escrituras:

"Él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.
Y se sentará para afinar y limpiar la plata
(...) los afinará como a oro y como a plata
y traerán a Jehová ofrenda en justicia.
(Mal 3:2, 3)

Pedro, escribiendo a los hijos del nuevo pacto, también habla del fuego purificador, diciendo: 

"ahora por un poco de tiempo, si es necesario, 
tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,
para que sometida a prueba vuestra fe, 
mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego
sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo
(1P 1:6-7 RVR60)


NO TEMAMOS AL FUEGO PURIFICADOR


El fuego purificador no es para castigar al creyente renacido, sino para moldearlo y fortalecerlo espiritualmente, y para que adquiera el hábito de descansar en el Señor.

La historia del libro de Daniel, que habla sobre los tres príncipes hebreos que fueron echados al horno por negarse a adorar la imagen de oro del rey de Babilonia, nos muestra cómo un creyente de verdad nunca está solo durante las pruebasLa historia dice que, al saber el castigo que les esperaba, estos tres jóvenes dijeron: "nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará". Cuando los ataron y echaron dentro del horno, el rey se percató de que en vez de tres había cuatro varones dentro, y el cuarto tenía el aspecto "semejante a hijo de los dioses". Al sacar a los tres hombres del horno, todos se conmovieron al ver que "el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían". El rey babilonio estaba sorprendido, pues reconoció que el Dios de Israel envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él. 

Esta historia no sólo ilustra el resultado de una fe inconmovible; también nos muestra que el Señor está con nosotros en medio del fuego abrasador de las pruebas, fortaleciéndonos.


DESCANSAR EN CRISTO


Cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón, somos uno con ÉlYa nada podrá separarnos de Él, por lo cual, debemos confiar que en cada prueba, aunque no lo vemos, Él está con nosotros: "... estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos" (2Co 4:7-9 RVR60)

De tanto en tanto, los creyentes nos vemos enfrentados a ciertas situaciones que ponen a prueba nuestra fe. Mientras más embates resista, el verdadero hijo de Dios más fortalecido será, hasta que llegue el momento en que nada implicará una amenaza para su paz, pues las pruebas lo han ejercitado en la fe, y le han enseñado a comprender el profundo significado de morar bajo la sombra del Omnipotente.

A veces, las tentaciones traen como consecuencia que tengamos que ser sometidos a disciplina, pero no debemos desfallecer, pues  todo lo que sucede al creyente renacido, le guste o no, es por su bienEl apóstol Santiago dijo que tengamos por sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de nuestra fe produce paciencia. A esto debemos agregar que nada escapa del control soberano de Dios, y si Él permite las pruebas es con el único fin de perfeccionar a los que heredaremos la tierra.  ¡Qué bueno será, cuando llegue el momento de dejar este mundo, y podamos decir con satisfacción: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe"!. (2 Tim 4:7 RVR60)

En medio del fuego purificador, esforcémonos por poner en práctica las palabras del querido Apóstol Pablo, que dicen: pero , 

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: !!Regocijaos!
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. 
El Señor está cerca.
Por nada estéis afanosos, 
sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios 
en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, 
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Fil 4:4-7 (RVR1960)