(Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo, versión RVR60); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)
DATOS GENERALES
INTRODUCCIÓN
ESTUDIO
LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO
* Cuando los profetas del Antiguo Testamento anunciaron al Mesías, también anunciaron al precursor que prepararía el camino a Jehová (así lo dice la versión original).
De Juan Bautista sabemos que fue lleno del Espíritu desde que estaba en el vientre de su madre Elizabet, parienta de María, madre de Jesús. También, de acuerdo con las palabras de Jesús, Juan era el Elías que habría de preceder la venida del Ungido de Dios, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres. De hecho, la descripción del atuendo de Juan tendría por finalidad traernos la imagen del profeta Elías, quien, como Juan, "tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero" (2 Re 1:8).
** Juan tenía por misión preparar al pueblo para la venida de su Mesías, por eso, su llamado a Israel era a reconocer sus pecados, y a arrepentirse de ellos, siendo la inmersión en agua el testimonio de ese profundo deseo de tener una conciencia aprobada por Dios; pero Jesús vino para que la salvación prometida fuera una realidad, y garantizarnos vida eterna por medio del bautismo en Espíritu Santo, el cual está siendo abundantemente derramado, luego de su resurrección, sobre todos los que creen que Él se sacrificó para darnos esa salvación.
En aquellos días, Jesús vino proveniente de Nazaret de Galilea, para ser bautizado por Juan en el Jordán. Entonces, cuando Jesús subía del agua, vio los cielos abrirse, y al Espíritu Santo descender sobre Él como una paloma; y se oyó una voz, que dijo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia". (1:9-11)
* Si Jesús nunca había pecado, ¿Necesitaba el bautismo de Juan?. De acuerdo a lo que vemos en el evangelio de Mateo, Juan se habría hecho la misma pregunta, pero Jesús le hizo ver que su santidad no lo eximía del bautismo, sino más bien lo obligaba a cumplir todo lo que se mandaba, porque Juan había sido enviado por Dios a bautizar en agua. Si Jesús hubiera omitido ese ritual, habría estado en rebeldía contra un mandato de Dios, y eso lo hubiera puesto en la misma posición de rebeldía en que cayó Adán en el Edén; consecuentemente, su vida no hubiese sido ofrenda aprobada para expiación de pecados, por cuanto el pecado hubiera dado paso a la muerte. Pero ¡bendito es el Hijo de Dios que nunca pecó!, convirtiéndose en el Inmaculado Cordero de Dios ofrendado para darnos vida eterna.
* La Septuaginta dice que el Espíritu "lanza al desierto" a Jesús. Es decir, no se trató de una invitación, o una opción. Jesús tenía que ser probado en su obediencia a Dios, de la misma forma en que todos somos probados en nuestra fe cuando venimos a Cristo. Marcos no entra en detalles sobre las tentaciones a las que Jesús fue expuesto, las cuales conocemos por los evangelios de Mateo y Lucas, sin embargo, lo que importa es que, a diferencia de Adán, Jesús fue tentado en todo según su condición humana, pero no pecó.
** Importante es recalcar que quien nos tienta no es Dios, sino Satanás, pero Satanás no puede hacer nada que Dios no permita, ni salirse de los límites que Dios le impone. Aun así, Satanás nos tienta según nuestra propia concupiscencia, la cual nos seduce y atrae fácilmente si no la resistimos con sabiduría, pero la sabiduría no viene sola, hay que procurarla. Miremos a Jesús, quien se defendió de las tentaciones citando las Escrituras, porque su corazón estaba lleno de la Palabra de Dios, y tras cada tentación, Él argumentó en contra, diciendo: "escrito está...". Las Escrituras dicen que un hijo de Dios, con conocimiento de la Verdad, será como un árbol bien plantado; y sabemos que un árbol con raíces profunda difícilmente podrá ser derribado. El conocimiento de la Palabra de Dios, y ser hacedores de ella es la mejor forma de resistir al diablo, el cual, no hallando espacio para cumplir sus propósitos, huirá de nosotros.
EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA
Luego que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del Reino, diciendo: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio". (1:14-15)
* Jesús inicia su ministerio anunciando: "El tiempo se ha cumplido"... Él estaba pregonando la buena noticia de que había llegado la hora en que se cumplían las profecías que hablaban del levantamiento de un reino que no iba a ser jamás destruido, porque Jesús es la piedra cortada del monte, no con mano, que fue enviada para desmenuzar todos los reinos de la tierra, y establecer el reino eterno.
** Jesús llamó no sólo a creer, sino también a arrepentirse. Todo el que viene a Cristo, debe venir convencido de su pecado, y de que necesita ser transformado por el Señor. Solos nunca lograremos hacer la Voluntad de Dios, necesitamos la acción del Espíritu Santo en nuestro corazón, el cual no vendrá si no ve un corazón dispuesto a obedecer.
Andando junto al mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés echando la red, porque eran pescadores, y los llamó a unirse a Él, diciendo: "haré que seáis pescadores de hombres". Ellos fueron tras Jesús inmediatamente. Poco más adelante, encontró a Juan y Jacobo, hijos de Zebedeo, quienes remendaban las redes de su barca, y los llamó. Éstos también se le unieron, dejando a su padre. (1:16-20)
* Los hermanos Juan y Jacobo dejaron a su padre para seguir a Jesús. Sin dudas, el comentario no fue incluido sólo para describir lo ocurrido; había algo más profundo, porque Jesús vino a poner los cimientos de la iglesia, la Jerusalén celestial, llamada también "la esposa" del Cordero, la cual descenderá del cielo, ataviada como novia para su marido, cuando todo lo que conocemos haya acabado, y tengamos cielos nuevos y tierra nueva. Cuando las Escrituras hablan del matrimonio, dicen que el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Jesús y la congregación de los santos se unen en un mismo Espíritu, así como Jesús y el Padre son Uno.
Jesús dijo que el que no deje todo por seguirlo a Él, no puede ser su discípulo. Venir a Cristo significa renunciar a todo lo que pueda convertirse en tropiezo para nuestra vida espiritual, y lo cierto es que, muchas veces, ocurre que amamos más a nuestras familias terrenales de lo que amamos al Señor, lo cual es idolatría. Jesús no dice que hay que de dejar de amar a los de nuestra casa, porque "amar al prójimo como a ti mismo" los incluye a ellos también; asimismo, el mandamiento de honrar padre y madre sigue vigente. Sin embargo, es lamentable ver que muchos, aunque digan lo contrario, aman más a los de su sangre que a Aquel con quien, se supone, comparten el mismo Espíritu. Nuestra unión con Cristo es eterna, por tanto, nuestra fidelidad debe ser a nuestro Señor por sobre cualquier relación sanguínea.
LOS DEMONIOS SABEN QUIÉN ES JESÚS
* Cuando Santiago quiso explicar por qué la fe sin obras es muerta, argumentó diciendo que "también los demonios creen, y tiemblan". Como podemos ver en estos versos, los demonios reconocían que Jesús era el Santo de Dios, y le temían, sin embargo, creer en Jesús no les bastaba para ser salvos, por causa de la maldad de ellos. Dentro de las iglesias, hay muchos que creen ser salvos, porque algún día recitaron Romanos 10:9-10, o porque en una reunión de la congregación, pasaron adelante y repitieron una oración que les dio su pastor. Lamentablemente, creer no sirve si no hay un verdadero deseo de que sus vidas sean transformadas; dicho de otra manera, no hay salvación si no hay verdadero arrepentimiento. Sólo cuando hay arrepentimiento, el Espíritu puede venir y hacer morada en el creyente, para iniciar nuestra transformación a la imagen de Cristo. Pero el que no tiene el Espíritu no es de Cristo, sino que sigue en las tinieblas. La salvación se demuestra por los frutos que la regeneración produce.
Es importante enfatizar que lo anterior no significa que para ser salvos hay que tener buenas obras, porque basta con creer con un corazón arrepentido para ser salvos, sino que las buenas obras son resultado de la transformación que, por la acción del Espíritu en nuestro corazón, empezamos a experimentar.
* Saber quién es Jesús es una revelación que el Espíritu Santo pone en el corazón del creyente, de igual forma como Dios se lo reveló a Pedro. Ésa es la piedra sobre la que se edifica la iglesia. Los demonios siempre querían exponer a Jesús, pero el Hijo de Dios no quería llamar la atención hacia su persona, sino hacia la buena noticia de que el tiempo de salvación había llegado. De hecho, Él no era físicamente hermoso como para atraer a la gente por su buen parecer, ni necesitaba gritar ni contender para llamar la atención; sólo bastaban sus obras para evidenciar que Él era el Mesías. Jesús, sin importar si era un día normal o de reposo, sanaba a todo el que con fe se acercaba a él. Los demonios interferían en la obra del Espíritu Santo al manifestar quién era Jesús antes de que las personas recibieran la revelación divina.
LA LEPRA DEL PECADO
* El milagro del leproso nos representa a todos los que, habiendo oído la Palabra de salvación, creímos y nos arrepentimos de haber vivido en rebelión contra Dios. Porque todos llegamos a Cristo como inmundos leprosos por causa del pecado. Jesús dijo que Él no desprecia a nadie que haya sido enviado por el Padre, y la evidencia de que alguien es enviado por Dios es el corazón contrito y humillado, que reconoce su pecado. Aquí el leproso vino humillado, sabiendo que no era digno, postrándose ante Aquel que creía profundamente era el Único que podía sanarle.
** Jesús pidió al leproso no divulgarlo, sino ir hasta el sacerdote y ofrecer la ofrenda de purificación, la cual, de acuerdo a las Escrituras, simboliza las buenas obras que produce la salvación. Dice el salmista: "Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde" (Sal 141:2). Cuando alguien recibe la salvación, en vez de proclamarlo a los cuatro vientos, debe procurar su santificación llenándose de la Palabra de Dios, que es la que transforma, de manera de comenzar a dar los frutos de la salvación. En otras palabras, no necesitamos andar divulgando que fuimos regenerados, pues, las mismas obras serán nuestro testimonio, si es que realmente somos salvos.
JESÚS VINO PARA QUITAR EL PECADO DEL MUNDO
* ¿Por qué nos enfermamos? ¿Son nuestros pecados la causa de nuestras enfermedades? Jesús, de hecho, relaciona lo uno con lo otro, pero no debemos olvidar que, con el pecado original se introdujo la muerte. El hombre fue creado para vivir eternamente bajo la cobertura de la santidad, pero al rebelarse contra Dios, el pecado provocó la corrupción de toda la creación, y lo que fue creado para gloria de Dios, ahora estaba bajo la potestad de las tinieblas, sinónimo de corrupción y muerte. Con todo, aunque las enfermedades pueden ser el resultado de somatizar lo que hay en nuestra conciencia, muchas veces Dios usa (no las provoca) nuestras enfermedades para cumplir sus propósitos en nosotros, como sucedió con el hombre ciego, a quien Jesús devolvió la vista. Su enfermedad fue usada para mostrar a los presentes, a través de las obras que el Espíritu Santo hacía por medio del Hijo del Hombre, que Jesús era el Mesías profetizado. También Dios usó la muerte de Lázaro para demostrar que el que cree en Jesús no morirá para siempre, sino que será resucitado en el día postrero, y tendrá vida eterna. Dios siempre tiene un plan, y en cuanto a sus hijos, siempre convertirá una aflicción en algo que obrará a favor de sus escogidos.
* Leví, hijo de Alfeo es el apóstol Mateo, quien escribió el Libro de la Biblia que conocemos como el Evangelio según San Mateo, del cual ya hemos publicado el estudio bíblico completo en este Blog.
** Jesús fue enviado a traer de regreso al redil a las ovejas descarriadas de la nación de Israel. Entre ellas estaban aquellos que compartían con Jesús en la casa de Mateo; hombres y mujeres considerados lo peor de la sociedad. Los escribas y fariseos, que se creían perfectos, no estaban interesados en las ovejas perdidas, sino más bien las condenaban sin misericordia por haberse extraviado, pero Jehová no quiere la muerte del impío, sino que sea salvo el día de la redención final, por eso le dio sus ovejas al Hijo para que con la Palabra las convenciera de su pecado y las hiciera volverse a su Dios.
La salvación por gracia fue, primeramente, anunciada a los hijos de Israel, pero desde el principio fue pensada para todas las naciones (judíos y gentiles), los que son llamados "descendientes de Abraham", es decir, los de fe. Luego de haberse anunciado el evangelio a los Judíos, y para abrir el camino a los gentiles, leemos en las Escrituras que se dio a los hijos de Israel un espíritu de estupor, para que no entiendan ni vean la Verdad, sin embargo, no está todo perdido para los judíos, porque, si por la gracia de Dios no permanecen en su incredulidad, serán vueltos al remanente destinado a salvación. Si estamos leyendo correctamente las Escrituras, entendemos que, una vez que todos los gentiles llamados a salvación hayan entrado al Reino, se dará por concluida la salvación de los hijos de la promesa, y Cristo vendrá por su iglesia. Hoy es tiempo de salvación para que todos los que oigan el llamado de Dios crean la Palabra que se les predica, se arrepientan y se rindan ante nuestro Señor Jesucristo, porque a Él Dios lo puso como mediador del Pacto de la salvación por gracia, pero este tiempo no será para siempre, sino que llegará a su fin sin previo aviso.
EL NOVIO PREPARA SUS BODAS
Los discípulos de los fariseos y de Juan Bautista estaban en tiempo de ayuno, y viendo que los discípulos de Jesús no ayunaban, vinieron y le preguntaron al Señor por qué no lo hacían. Entonces Jesús les dijo que cuando se celebran bodas, los compañeros del novio no pueden ayunar si el novio está con ellos; pero que vendrían días en que el novio les iba a ser quitado, entonces ayunarían. Y agregó: "Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar". (2:18-22)
* Jesús vino a poner los cimientos de la Jerusalén celestial, la ciudad destinada a ser templo del Dios Todopoderoso. Junto a sus discípulos, Él estaba haciendo los preparativos de lo que conocemos como las "bodas del Cordero", esto es, la unión indestructible entre el Hijo de Dios y su novia, la congregación de los santos destinados a vida eterna, que Jesús llamó mi "ekklesia" (iglesia en griego), que no es otra que la ciudad santa, la Jerusalén celestial que se está edificando en este tiempo de Gracia (que corre entre la resurrección y la segunda venida del Hijo de Dios), con piedras preciosas, que son los escogidos que oyen el llamado de Dios.
La Jerusalén del cielo nace a partir del nuevo Pacto, al cual Pablo se refiere como "la ley del Espíritu", es decir: el pacto por medio del cual Jehová salva gratuitamente, a todo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios, enviado para salvar a la humanidad de su pecado, y le da el don del Espíritu Santo para iniciar el proceso de santificación. No lo hace por nuestras buenas obras, sino sólo por la fe, porque nadie es capaz de hacer obras tan sublimes, libres de orgullo o egoísmo, como para ser justificados ante Dios, por eso envió a su Hijo Jesús a redimirnos, quien pagó no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con su sangre preciosa, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
Tratar de mezclar ambos pactos es no entender que Jesucristo fue suficiente ofrenda para llevarnos a la salvación eterna, y que no se necesita nada más. En cuanto a la ley mosaica, muchas veces hemos dicho en nuestros estudios, que ella sólo tenía por finalidad guiar al pueblo escogido hacia su Mesías, enseñándole a andar en los caminos del Señor; pero una vez venido el Mesías, y habiendo derramado su sangre en la cruz, se daba por obsoleto el pacto antiguo, y entraba en vigencia el Pacto de la salvación por Gracia, del cual hablaron los profetas. Es decir, las obras que se realizaban bajo la ley de Moisés ya no eran necesarias: como los sacrificios de animales, ofrendas amasadas, circuncisión, etc., porque la venida del Mesías daba total cumplimiento a la ley mosaica, pues, Él es el Cordero de YHWH enviado para ofrendarse en el altar, a fin de liberar a los hijos de la promesa, de una vez para siempre, de la esclavitud de las tinieblas. En cuanto a la ley moral y ética, todos los mandamientos se cumplen en estos dos: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente", y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
EL REPOSO DE JEHOVÁ
* En Jesús nuestras almas hallan reposo. Es decir, creer que Jesús es el Señor es la entrada al reposo de Dios. Los discípulos de Jesús estaban junto al Señor del día de Reposo, por tanto, gozaban de la libertad que trae consigo la Verdad. Guardamos el día de reposo cuando hemos creído que Jesús es el Ungido de Dios en quien tenemos salvación: Ya no caminamos solos, haciendo nuestra voluntad, sino que caminamos unidos en el Espíritu al Hijo de Dios, quien, con su yugo ligero, nos guía por sendas rectas hacia la Ciudad Celestial, donde hay muchas moradas preparadas para los hijos.
* Guardar el día de reposo significa hacer la Voluntad de Dios. Jehová nos dio un día para dejar de andar en nuestros caminos; dejar de hacer nuestra voluntad; dejar de hablar nuestras palabras, y dedicarnos a venerar y a gozarnos en el Señor. Para los judíos es el sábado. Los cristianos dedicamos el domingo a los asuntos del Señor. Pero lo cierto es que nuestro Reposo en Cristo no es cosa de un solo día, sino que todos los días de nuestras vidas debemos gozarnos en nuestro Redentor, andando en sus caminos, hablando sus palabras, llenándonos del Espíritu Santo, porque esa es la Voluntad de Dios para sus hijos en Cristo, porque todo lo que hacemos cada día, sea en nuestro lugar de trabajo, en nuestro hogar, dondequiera que estemos, debemos hacerlo no para ser visto de los hombres, sino como para el Señor, porque a Él servimos.
** Una vez dentro del Reposo de Dios, los creyentes no estamos para condenar al prójimo, sino para llevarles el mensaje que puede salvar sus vidas. Muchas veces aislamos al que está caído, lo discriminamos por su condición, sin embargo, mientras gozamos del Reposo que es en Cristo, debemos hacer el bien, y guiar las almas a la salvación, como nos mandó nuestro Señor, y no hundirlas más. "Misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos", dijo el Señor.
ELECCIÓN DE LOS DOCE
* Cuando venimos a Jesús, no lo hacemos, porque nosotros lo hayamos escogido a Él, sino, porque Dios tuvo misericordia de nosotros, y nos llamó. Dice la Palabra que fuimos escogidos desde la fundación del mundo, para ser adoptados como hijos de Dios, por medio de la fe, que también es un don que recibimos de Él. Dios escogió las ovejas para su redil, y se las dio al Hijo para que las reuniera en sí mismo.
** La elección de Judas Iscariote no fue un error. Él debía formar parte del grupo íntimo del Mesías, a fin de dar cumplimiento a las profecías que hablaban sobre la traición al Hijo de Dios. Judas, como hemos dicho en otros estudios, no fue víctima de Dios, sino escogido precisamente por su corazón entenebrecido, pues, a pesar de haber compartido por más de tres años con el Salvador del mundo, y haber sido partícipe de los dones del Espíritu Santo, su ambición lo empujó a cometer el peor crimen de la historia de la humanidad. Judas no fue manipulado, él estuvo donde quiso estar, e hizo lo que su naturaleza corrupta le mandó hacer.
DESHACIENDO LAS OBRAS DE SATANÁS
* El Apóstol Juan, en su evangelio, nos revela que los hermanos de sangre de Jesús no creían en Él. Quizás esa es la razón por la cual, al producirse el alboroto que relata Marcos en estos versículos, pensaron que su hermano mayor estaba fuera de sí, y decidieron ir por Él. Sin embargo, su incredulidad no duró para siempre, y probablemente fue transformada en fe cuando lo vieron resucitado, pues consta que una de las personas a la cual Jesús visitó después de su resurrección fue su hermano Jacobo, conocido también como Santiago, quien llegó a ser líder en la congregación de Jerusalén y, según la tradición, es el autor de la epístola "Santiago", donde se presenta como: "Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo". Por su parte, otro de sus hermanos, Judas, también convertido en siervo del Señor, sería el autor de la epístola "Judas", donde se presenta como: "Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo". Del resto de sus hermanos y hermanas no tenemos información, pero, sin dudas, también llegaron a creer que su hermano Jesús era el Mesías profetizado.
** Sabemos que el Hijo de Dios vino a deshacer las obras de Satanás, y que lo despojó de su poder totalitario cuando venció la muerte en la cruz, porque el poder de Satanás sobre la humanidad yace en el pecado que condena a muerte, pero la perfecta vida de Jesús impidió que Satanás llegara a tener poder sobre Él, por tanto, la muerte no pudo retener al Hijo del Hombre. En consecuencia, habiendo sido el cuerpo de Jesús, que no conoció pecado, perfecta ofrenda a favor de la humanidad, su sangre inmaculada que se derramó fue suficiente libación para expiar los pecados de todo el mundo, (pero efectiva sólo para los que creen), y abrió para los creyentes un camino directo al trono de la Majestad en las alturas, que hasta entonces había estado prohibido para el hombre.
Ahora todo aquél que cree que Jesús es el Redentor enviado por Dios ha resucitado junto con Cristo, y ya no sufrirá lo que las Escrituras llaman la segunda muerte, es decir, la condenación eterna en el lago de fuego, preparado para Satanás, el Hades, y para todos los que no se hallen inscritos en el libro de la vida. A los renacidos, el Señor nos hizo sacerdotes de Dios y de Cristo, para llevar el mensaje de esperanza a la humanidad, hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, cuando Jesús vuelva por su iglesia en gloria y majestad, y juzgue al mundo, y todo lo que conocemos sea destruido, y haya nuevos cielos y nueva tierra, donde viviremos eternamente en Dios por medio de Cristo.
*** Para tener un correcto entendimiento de las Escrituras, es necesario tener a la vista no sólo el párrafo que se está leyendo, sino todos los escritos bíblicos que hablan sobre un tema específico. En estos versículos, Jesús dio a entender que, para poder desarmar el poder de Satanás, mencionado como "el hombre fuerte", debía atarlo.
Aquí cabe una pregunta esencial para llegar a conclusiones correctas sobre los tiempos: ¿cuándo Jesús ata a Satanás?
En Apocalipsis, leemos que un ángel que descendía del cielo "prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años". En seguida dice que: "lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo". Dicho esto, habla de los renacidos en Cristo, que reinarán con el Señor por mil años; y que "cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión..." (Ver Ap 20:1-15). Muchos interpretan de estos versículos, que el reino del milenio comienza después de la venida de Cristo; sin embargo, el Apóstol Pablo, en su carta a los tesalonicenses, dice que "ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene...", de lo cual podemos deducir que es en este tiempo que Satanás está atado de manos. Si bien es cierto, su maldad sigue influenciando al mundo, mientras el Espíritu Santo esté sellando a los escogidos, Satanás no tiene libertad para tocar a los redimidos. El diablo tratará de poner tropiezo a los hijos de Dios, y no escatima esfuerzos para conseguirlo, pero no puede hacer nada que Dios no le permita hacer, y si Dios lo permite, es porque tiene un propósito superior que obrará para bien del reino y de sus escogidos.
En palabras simples, y basándonos en la parábola usada por el Señor, diremos que Jesús vino para desarmar a Satanás, y su golpe definitivo fue cuando resucitó. Entonces le quitó todas las armas en que el diablo confiaba, y ahora lo está despojando de sus bienes, es decir, está trasladando de las tinieblas al reino de luz a todos los que están siendo llamados por fe y para fe. Una vez que la totalidad de los llamados (los hijos de Abraham según la fe) sea introducida al Reino, Jesús vendrá para sacarlos del mundo, y Satanás volverá a ser liberado, y saldrá a engañar a los que queden en la tierra; levantará un falso profeta, y preparará al mundo para luchar contra el Cordero, quien finalmente, los vencerá con la espada de su boca.
LA FAMILIA DEL HIJO DE DIOS
Entonces, vinieron la madre y los hermanos de Jesús que, quedándose fuera, enviaron a llamarle, y cuando avisaron al Maestro que su madre y hermanos le buscaban, Jesús dijo: "¿Quién es mi madre y mis hermanos?", y paseando su mirada sobre todos los que estaban sentados a su alrededor, agregó: "He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre". (3:31-35)
* Muchos se escandalizan al ver la respuesta de Jesús, sin embargo, el Señor no despreciaba a su familia terrenal, pero con sus palabras, estaba enseñando que, en el Reino espiritual, sólo los que hacen la voluntad de Dios son hechos hijos de Dios, por tanto, hermanos y coherederos con Cristo de las glorias venideras. La verdadera familia de Jesús es infinitamente más grande que los pocos que le buscaban en ese momento. Por lo demás, como dijimos previamente, los hijos del matrimonio formado por José y María no creían en Jesús; en consecuencia, no llegaron a ser hermanos espirituales de Jesús, sino hasta después de su resurrección.