lunes, 26 de septiembre de 2022

La Luz que Disipa las Tinieblas Vino al Mundo - Estudio de MARCOS I - (Mr 1 a 3)

 (Nota: Los párrafos en negrita son un resumen de los versículos bíblicos que se están estudiando (identificados al pie de cada párrafo, versión RVR60); los textos en cursiva son los comentarios que surgen respecto de esos textos. Para ir al link de respaldo bíblico o de apoyo, hacer click en los enlaces.)



DATOS GENERALES



Título del Libro: MARCOS (Mr)
N° de Capítulos: 16
Autor : Juan Marcos
Fecha: Alrededor del 60 al 65 d.C
Clasificación: Nuevo Testamento. Segundo libro de los denominados Evangelios (Los otros son los libros de MateoLucas y Juan)
Tema: Ministerio Terrenal de Jesús, el Siervo de Dios.



INTRODUCCIÓN


Marcos no fue uno de los doce apóstoles de Jesús, y probablemente era un niño o adolescente en el tiempo en que Jesús desarrollaba su ministerio en la tierra.

Juan Marcos aparece mencionado por Lucas en el libro de los Hechos, primero, como hijo de María, en casa de quien se reunían los discípulos. Más adelante, Lucas lo menciona como asistente de Saulo (Pablo) y de Bernabé (quien al parecer era su tío), durante su primer viaje misionero; sin embargo, Juan Marcos desertó de la misión cuando llegaron a Perge, y se devolvió a Jerusalén. Esto provocó gran molestia en Pablo, quien, en su segundo viaje evangelizador, no aceptó que Juan Marcos los acompañara. El desacuerdo entre Bernabé y Pablo fue tan intenso, que decidieron cumplir la misión de fortalecer las iglesias por separado, llevando cada uno a un asistente: Pablo recorrió toda Siria y Cilicia junto a Silas, y Bernabé viajó con Marcos hacia Chipre.

De acuerdo con los antecedentes recopilados en los textos bíblicos, entendemos que Marcos habría sido discipulado por Pedro, pues el Apóstol se refiere a él como "mi hijo" (en la fe), al final de su primera epístola

Sin dudas su inmadurez demostrada al dejar el ministerio en Perge de Panfilia fue corregida al fortalecer su formación cristiana junto a dos grandes como Bernabé y Pedro. Por otra parte, la transformación que el evangelio produjo en Marcos se evidencia en que Pablo cambió su opinión sobre él, de lo cual hay testimonio en la segunda carta dirigida a Timoteo, donde el apóstol, estando en la cárcel, solicita a Timoteo traer a Marcos con él en su próxima visita, pues lo necesitaba para la obra del ministerio.

El Evangelio según San Marcos es el segundo en aparecer en el Nuevo Testamento, y uno de los tres conocidos como "sinópticos" (junto con los libros de Mateo y Lucas), pues la secuencia de los eventos relatados es más o menos la misma.

También se cree que fue el primero en escribirse, obedeciendo a la necesidad de dejar testimonio permanente de lo que hasta entonces habían sido los relatos orales, que se habían transmitido de un discípulo a otro, de las enseñanzas recibidas del Hijo de Dios, basándose en la costumbre judía de transmitir y aprender las enseñanzas sagradas a través de la repetición oral de ellas (Mishnáh): las memorizaban, y traspasaban de generación en generación, para preservarlas. Ese sería el motivo por el cual el evangelio de Marcos es el más corto, pues, con el fin de memorizarlos, se omitían los detalles, y se concentraban más bien en comunicar lo más trascendente.



ESTUDIO



LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO


Marcos inicia su versión del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, presentándonos el cumplimiento de dos profecías: "He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti" (Mal 3:1); y "Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas" (Is 40:3). Ambas profecías están referidas a Juan, conocido como Juan Bautista, quien bautizaba en el desierto, y predicaba el bautismo para perdón de los pecados. De todas las provincias venían a él, y confesaban sus pecados. "Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre". Juan anunciaba al pueblo que, detrás de él, venía Uno más poderoso que él, de quien él no se sentía digno ni siquiera de atarle sus sandalias. Juan bautizaba en agua, pero Aquel del que estaba hablando "os bautizará con Espíritu Santo", decía. (1:1-8)

* Cuando los profetas del Antiguo Testamento anunciaron al Mesías, también anunciaron al precursor que prepararía el camino a Jehová (así lo dice la versión original).

De Juan Bautista sabemos que fue lleno del Espíritu desde que estaba en el vientre de su madre Elizabet, parienta de María, madre de Jesús. También, de acuerdo con las palabras de Jesús, Juan era el Elías que habría de preceder la venida del Ungido de Dios, para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres. De hecho, la descripción del atuendo de Juan tendría por finalidad traernos la imagen del profeta Elías, quien, como Juan, "tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero" (2 Re 1:8).

** Juan tenía por misión preparar al pueblo para la venida de su Mesías, por eso, su llamado a Israel era a reconocer sus pecados, y a arrepentirse de ellos, siendo la inmersión en agua el testimonio de ese profundo deseo de tener una conciencia aprobada por Dios; pero Jesús vino para que la salvación prometida fuera una realidad, y garantizarnos vida eterna por medio del bautismo en Espíritu Santo, el cual está siendo abundantemente derramado, luego de su resurrección, sobre todos los que creen que Él se sacrificó para darnos esa salvación.

En aquellos días, Jesús vino proveniente de Nazaret de Galilea, para ser bautizado por Juan en el Jordán. Entonces, cuando Jesús subía del agua, vio los cielos abrirse, y al Espíritu Santo descender sobre Él como una paloma; y se oyó una voz, que dijo: "Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia". (1:9-11)

Si Jesús nunca había pecado, ¿Necesitaba el bautismo de Juan?. De acuerdo a lo que vemos en el evangelio de Mateo, Juan se habría hecho la misma pregunta, pero Jesús le hizo ver que su santidad no lo eximía del bautismo, sino más bien lo obligaba a cumplir todo lo que se mandaba, porque Juan había sido enviado por Dios a bautizar en agua. Si Jesús hubiera omitido ese ritual, habría estado en rebeldía contra un mandato de Dios, y eso lo hubiera puesto en la misma posición de rebeldía en que cayó Adán en el Edén; consecuentemente, su vida no hubiese sido ofrenda aprobada para expiación de pecados, por cuanto el pecado hubiera dado paso a la muerte. Pero ¡bendito es el Hijo de Dios que nunca pecó!, convirtiéndose en el Inmaculado Cordero de Dios ofrendado para darnos vida eterna. 


Desde el Jordán, Jesús fue impulsado por el Espíritu Santo a ir al desierto, donde permaneció por cuarenta días. Allí fue tentado por Satanás, y estaba con las fieras, y los ángeles le servían. (1:12-13)

* La Septuaginta dice que el Espíritu "lanza al desierto" a Jesús. Es decir, no se trató de una invitación, o una opción. Jesús tenía que ser probado en su obediencia a Dios, de la misma forma en que todos somos probados en nuestra fe cuando venimos a Cristo. Marcos no entra en detalles sobre las tentaciones a las que Jesús fue expuesto, las cuales conocemos por los evangelios de Mateo y Lucas, sin embargo, lo que importa es que, a diferencia de Adán, Jesús fue tentado en todo según su condición humana, pero no pecó.

** Importante es recalcar que quien nos tienta no es Dios, sino Satanás, pero Satanás no puede hacer nada que Dios no permita, ni salirse de los límites que Dios le impone. Aun así, Satanás nos tienta según nuestra propia concupiscencia, la cual nos seduce y atrae fácilmente si no la resistimos con sabiduría, pero la sabiduría no viene sola, hay que procurarlaMiremos a Jesús, quien se defendió de las tentaciones citando las Escrituras, porque su corazón estaba lleno de la Palabra de Dios, y tras cada tentación, Él argumentó en contra, diciendo: "escrito está...".  Las Escrituras dicen que un hijo de Dios, con conocimiento de la Verdad, será como un árbol bien plantado; y  sabemos que un árbol con raíces profunda difícilmente podrá ser derribado. El conocimiento de la Palabra de Dios, y ser hacedores de ella es la mejor forma de resistir al diablo, el cual, no hallando espacio para cumplir sus propósitos, huirá de nosotros.

 

EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA


Luego que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del Reino, diciendo: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio". (1:14-15)

* Jesús inicia su ministerio anunciando: "El tiempo se ha cumplido"...  Él estaba pregonando la buena noticia de que había llegado la hora en que se cumplían las profecías que hablaban del levantamiento de un reino que no iba a ser jamás destruido, porque Jesús es la piedra cortada del monte, no con mano, que fue enviada para desmenuzar todos los reinos de la tierra, y establecer el reino eterno.

** Jesús llamó no sólo a creer, sino también a arrepentirse. Todo el que viene a Cristo, debe venir convencido de su pecado, y de que necesita ser transformado por el Señor. Solos nunca lograremos hacer la Voluntad de Dios, necesitamos la acción del Espíritu Santo en nuestro corazón, el cual no vendrá si no ve un corazón dispuesto a obedecer. 

Andando junto al mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés echando la red, porque eran pescadores, y los llamó a unirse a Él, diciendo: "haré que seáis pescadores de hombres". Ellos fueron tras Jesús inmediatamente. Poco más adelante, encontró a Juan y Jacobo, hijos de Zebedeo, quienes remendaban las redes de su barca, y los llamó. Éstos también se le unieron, dejando a su padre. (1:16-20)

* Los hermanos Juan y Jacobo dejaron a su padre para seguir a Jesús. Sin dudas, el comentario no fue incluido sólo para describir lo ocurrido; había algo más profundo, porque Jesús vino a poner los cimientos de la iglesia, la Jerusalén celestial, llamada también "la esposa" del Cordero, la cual descenderá del cielo, ataviada como novia para su marido, cuando todo lo que conocemos haya acabado, y tengamos cielos nuevos y tierra nueva. Cuando las Escrituras hablan del matrimonio, dicen que el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Jesús y la congregación de los santos se unen en un mismo Espíritu, así como Jesús y el Padre son Uno. 
 
Jesús dijo que el que no deje todo por seguirlo a Él, no puede ser su discípuloVenir a Cristo significa renunciar a todo lo que pueda convertirse en tropiezo para nuestra vida espiritual, y lo cierto es que, muchas veces, ocurre que amamos más a nuestras familias terrenales de lo que amamos al Señor, lo cual es idolatría. Jesús no dice que hay que de dejar de amar a los de nuestra casa, porque "amar al prójimo como a ti mismo" los incluye a ellos también; asimismo, el mandamiento de honrar padre y madre sigue vigente. Sin embargo, es lamentable ver que muchos, aunque digan lo contrario, aman más a los de su sangre que a Aquel con quien, se supone, comparten el mismo Espíritu. Nuestra unión con Cristo es eterna, por tanto, nuestra fidelidad debe ser a nuestro Señor por sobre cualquier relación sanguínea.

LOS DEMONIOS SABEN QUIÉN ES JESÚS


Estando en Capernaum, Jesús hablaba en la sinagoga en los días de reposo, y todos se admiraban de que "enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas". Entre los presentes, había un hombre con espíritu inmundo, que gritaba: "¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios". Entonces, Jesús lo reprendió, diciendo: "¡Cállate, y sal de él!". El espíritu sacudió con violencia al poseído, y lo abandonó en medio de gritos. Todos quedaron sorprendidos, y se preguntaban: "¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?". Así la fama de Jesús se extendía por todo el lugar. (1:21-28)

* Cuando Santiago quiso explicar por qué la fe sin obras es muerta, argumentó diciendo que "también los demonios creen, y tiemblan". Como podemos ver en estos versos, los demonios reconocían que Jesús era el Santo de Dios, y le temían, sin embargo, creer en Jesús no les bastaba para ser salvos, por causa de la maldad de ellos. Dentro de las iglesias, hay muchos que creen ser salvos, porque algún día recitaron Romanos 10:9-10, o porque en una reunión de la congregación, pasaron adelante y repitieron una oración que les dio su pastor. Lamentablemente, creer no sirve si no hay un verdadero deseo de que sus vidas sean transformadas; dicho de otra manera, no hay salvación si no hay verdadero arrepentimientoSólo cuando hay arrepentimiento, el Espíritu puede venir y hacer morada en el creyente, para iniciar nuestra transformación a la imagen de Cristo. Pero el que no tiene el Espíritu no es de Cristo, sino que sigue en las tinieblas. La salvación se demuestra por los frutos que la regeneración produce.

Es importante enfatizar que lo anterior no significa que para ser salvos hay que tener buenas obras, porque basta con creer con un corazón arrepentido para ser salvos, sino que las buenas obras son resultado de la transformación que, por la acción del Espíritu en nuestro corazón, empezamos a experimentar.


Aquel día, luego de la sinagoga, Jesús, Simón (Pedro), Andrés, Juan y Jacobo fueron a casa de Simón y Andrés. Al llegar, encontraron que la suegra de Simón estaba enferma, con fiebre. Jesús se acercó a ella, tomó su mano, y la levantó, y ella inmediatamente sanó, y comenzó a atenderlos. Al ponerse el sol, le trajeron todo tipo de enfermos y endemoniados, y todos se agolpaban a la puerta, y Él los sanó a todos, "y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían", y los echaba fuera. Al día siguiente, antes del amanecer, se levantó y fue a un lugar desierto para orar. Cuando sus discípulos lo encontraron, le dijeron que todo el mundo lo andaba buscando, pero Él los invitó a ir a los lugares vecinos a predicar "porque para esto he venido", decía. Así recorrió las sinagogas de toda Galilea predicando, y echando fuera demonios.  (1:29-39)

Saber quién es Jesús es una revelación que el Espíritu Santo pone en el corazón del creyente, de igual forma como Dios se lo reveló a Pedro. Ésa es la piedra sobre la que se edifica la iglesia. Los demonios siempre querían exponer a Jesús, pero el Hijo de Dios no quería llamar la atención hacia su persona, sino hacia la buena noticia de que el tiempo de salvación había llegado. De hecho, Él no era físicamente hermoso como para atraer a la gente por su buen parecer, ni necesitaba gritar ni contender para llamar la atención; sólo bastaban sus obras para evidenciar que Él era el MesíasJesús, sin importar si era un día normal o de reposo, sanaba a todo el que con fe se acercaba a él.  Los demonios interferían en la obra del Espíritu Santo al manifestar quién era Jesús antes de que las personas recibieran la revelación divina.


LA LEPRA DEL PECADO


Vino hasta Él un leproso que, arrodillándose, le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme"; y Jesús extendió su mano, y le tocó, diciéndoles: "Quiero, sé limpio". Al instante, la lepra se fue, y quedó sano. Entonces, Jesús le encargó que no lo divulgara, sino que fuera al sacerdote, y ofreciera la ofrenda por la purificación según la ley, pero él no se contuvo, y contó a todos el milagro, y Jesús ya no podía entrar abiertamente a la ciudad, por lo que se quedaba en las afueras, pero la gente venía hasta Él. (1:40-45)

* El milagro del leproso nos representa a todos los que, habiendo oído la Palabra de salvación, creímos y nos arrepentimos de haber vivido en rebelión contra Dios. Porque todos llegamos a Cristo como inmundos leprosos por causa del pecado. Jesús dijo que Él no desprecia a nadie que haya sido enviado por el Padre, y la evidencia de que alguien es enviado por Dios es el corazón contrito y humillado, que reconoce su pecado. Aquí el leproso vino humillado, sabiendo que no era digno, postrándose ante Aquel que creía profundamente era el Único que podía sanarle.

** Jesús pidió al leproso no divulgarlo, sino ir hasta el sacerdote y ofrecer la ofrenda de purificación, la cual, de acuerdo a las Escrituras, simboliza las buenas obras que produce la salvación. Dice el salmista: "Suba mi oración delante de ti como el inciensoel don de mis manos como la ofrenda de la tarde" (Sal 141:2). Cuando alguien recibe la salvación, en vez de proclamarlo a los cuatro vientos, debe procurar su santificación llenándose de la Palabra de Dios, que es la que transforma, de manera de comenzar a dar los frutos de la salvación. En otras palabras, no necesitamos andar divulgando que fuimos regenerados, pues, las mismas obras serán nuestro testimonio, si es que realmente somos salvos.


JESÚS VINO PARA QUITAR EL PECADO DEL MUNDO


Algunos días después, de regreso en Capernaum, la gente oyó que Jesús estaba allí, y se reunió una gran multitud a la cual el Señor predicaba. Además, le traían enfermos para que los sanara. Llegaron, pues, cuatro hombres que cargaban a un paralítico, pero, como no podían entrar a la casa, y llevarlo hasta donde estaba Jesús, hicieron un agujero en el techo, por donde introdujeron al enfermo. Cuando Jesús vio la fe de ellos, dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Entre los presentes, había unos escribas que pensaban para sí que Jesús blasfemaba, pues sólo Dios puede perdonar pecados. Sabiendo Jesús lo que ellos pensaban, les preguntó: "¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?". Entonces, les aclaró que el Hijo del Hombre tiene potestad para perdonar pecados en la tierra, y dirigiéndose al paralítico, le dijo: "A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa". El paralítico se levantó en seguida, y se fue, dejando a todo el mundo maravillado y glorificando a Dios. (2:1-12)

* ¿Por qué nos enfermamos? ¿Son nuestros pecados la causa de nuestras enfermedades? Jesús, de hecho, relaciona lo uno con lo otro, pero no debemos olvidar que, con el pecado original se introdujo la muerte. El hombre fue creado para vivir eternamente bajo la cobertura de la santidad, pero al rebelarse contra Dios, el pecado provocó la corrupción de toda la creación, y lo que fue creado para gloria de Dios, ahora estaba bajo la potestad de las tinieblas, sinónimo de corrupción y muerte. Con todo, aunque las enfermedades pueden ser el resultado de somatizar lo que hay en nuestra conciencia, muchas veces Dios usa (no las provocanuestras enfermedades para cumplir sus propósitos en nosotros, como sucedió con el hombre ciego, a quien Jesús devolvió la vista. Su enfermedad fue usada para mostrar a los presentes, a través de las obras que el Espíritu Santo hacía por medio del Hijo del Hombre, que Jesús era el Mesías profetizado. También Dios usó la muerte de Lázaro  para demostrar que el que cree en Jesús no morirá para siempre, sino que será resucitado en el día postrero, y tendrá vida eterna. Dios siempre tiene un plan, y en cuanto a sus hijos, siempre convertirá una aflicción en algo que obrará a favor de sus escogidos.


Volvió Jesús a predicar desde la costa, y enseñaba a todos los que le seguían, y pasando vio a Leví, hijo de Alfeo, un publicano que trabajaba para el imperio romano, cobrando tributos a los judíos.  Viéndole Jesús, le dijo: "Sígueme", y éste se levantó y le siguió. Luego fueron a casa de Leví, y les siguieron muchos publicanos y pecadores que compartían la mesa con Jesús. Entonces los escribas y fariseos dijeron a los discípulos de Jesús: "¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores?". Oyendo esto, Jesús les respondió: "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores". (2:13-17)

Leví, hijo de Alfeo es el apóstol Mateo, quien escribió el Libro de la Biblia que conocemos como el Evangelio según San Mateo, del cual ya hemos publicado el estudio bíblico completo en este Blog.

** Jesús fue enviado a traer de regreso al redil a las ovejas descarriadas de la nación de Israel. Entre ellas estaban aquellos que compartían con Jesús en la casa de Mateo; hombres y mujeres considerados lo peor de la sociedad. Los escribas y fariseos, que se creían perfectos, no estaban interesados en las ovejas perdidas, sino más bien las condenaban sin misericordia por haberse extraviado, pero Jehová no quiere la muerte del impío, sino que sea salvo el día de la redención final, por eso le dio sus ovejas al Hijo para que con la Palabra las convenciera de su pecado y las hiciera volverse a su Dios

La salvación por gracia fue, primeramente, anunciada a los hijos de Israel, pero desde el principio fue pensada para todas las naciones (judíos y gentiles), los que son llamados "descendientes de Abraham", es decir, los de fe. Luego de haberse anunciado el evangelio a los Judíos, y para abrir el camino a los gentiles, leemos en las Escrituras que se dio a los hijos de Israel un espíritu de estupor, para que no entiendan ni vean la Verdad, sin embargo, no está todo perdido para los judíos, porque, si por la gracia de Dios no permanecen en su incredulidad, serán vueltos al remanente destinado a salvación. Si estamos leyendo correctamente las Escrituras, entendemos que, una vez que todos los gentiles llamados a salvación hayan entrado al Reino, se dará por concluida la salvación de los hijos de la promesa, y Cristo vendrá por su iglesia. Hoy es tiempo de salvación para que todos los que oigan el llamado de Dios crean la Palabra que se les predica, se arrepientan y se rindan ante nuestro Señor Jesucristo, porque a Él Dios lo puso como mediador del Pacto de la salvación por gracia, pero este tiempo no será para siempre, sino que llegará a su fin sin previo aviso.


EL NOVIO PREPARA SUS BODAS

Los discípulos de los fariseos y de Juan Bautista estaban en tiempo de ayuno, y viendo que los discípulos de Jesús no ayunaban, vinieron y le preguntaron al Señor por qué no lo hacían. Entonces Jesús les dijo que cuando se celebran bodas, los compañeros del novio no pueden ayunar si el novio está con ellos; pero que vendrían días en que el novio les iba a ser quitado, entonces ayunarían. Y agregó: "Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar". (2:18-22)

* Jesús vino a poner los cimientos de la Jerusalén celestial, la ciudad destinada a ser templo del Dios Todopoderoso. Junto a sus discípulos, Él estaba haciendo los preparativos de lo que conocemos como las "bodas del Cordero", esto es, la unión indestructible entre el Hijo de Dios y su novia, la congregación de los santos destinados a vida eterna, que Jesús llamó mi "ekklesia" (iglesia en griego), que no es otra que la ciudad santa, la Jerusalén celestial que se está edificando en este tiempo de Gracia (que corre entre la resurrección y la segunda venida del Hijo de Dios), con piedras preciosas, que son los escogidos que oyen el llamado de Dios.
 
La Jerusalén del cielo nace a partir del nuevo Pacto, al cual Pablo se refiere como "la ley del Espíritu", es decir: el pacto por medio del cual Jehová salva gratuitamente, a todo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios, enviado para salvar a la humanidad de su pecado, y le da el don del Espíritu Santo para iniciar el proceso de santificaciónNo lo hace por nuestras buenas obras, sino sólo por la fe, porque nadie es capaz de hacer obras tan sublimes, libres de orgullo o egoísmo, como para ser justificados ante Dios, por eso envió a su Hijo Jesús a redimirnos, quien pagó no con cosas corruptibles como oro o plata, sino con su sangre preciosa, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

Tratar de mezclar ambos pactos es no entender que Jesucristo fue suficiente ofrenda para llevarnos a la salvación eterna, y que no se necesita nada más. En cuanto a la ley mosaica, muchas veces hemos dicho en nuestros estudios, que ella sólo tenía por finalidad guiar al pueblo escogido hacia su Mesías, enseñándole a andar en los caminos del Señor; pero una vez venido el Mesías, y habiendo derramado su sangre en la cruz, se daba por obsoleto el pacto antiguo, y entraba en vigencia el Pacto de la salvación por Gracia, del cual hablaron los profetasEs decir, las obras que se realizaban bajo la ley de Moisés ya no eran necesarias: como los sacrificios de animales, ofrendas amasadas, circuncisión, etc., porque la venida del Mesías daba total cumplimiento a la ley mosaica, pues, Él es el Cordero de  YHWH enviado para ofrendarse en el altar, a fin de liberar a los hijos de la promesa, de una vez para siempre, de la esclavitud de las tinieblas. En cuanto a la ley moral y ética, todos los mandamientos se cumplen en estos dos: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente", y "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".


EL REPOSO DE JEHOVÁ


Estando en un día de reposo, mientras pasaban por los sembrados, los discípulos comenzaron a arrancar espigas. Entonces, los judíos dijeron a Jesús que no era lícito arrancar espigas en día de reposo. En respuesta, Jesús les recordó que el rey David, cuando tuvo necesidad y hambre, entró en la casa de Dios, y comió de los panes de proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, y que además lo compartió con los que iban con él. También, les dijo: "El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo". (2:23-28)

* En Jesús nuestras almas hallan reposo. Es decir, creer que Jesús es el Señor es la entrada al reposo de DiosLos discípulos de Jesús estaban junto al Señor del día de Reposo, por tanto, gozaban de la libertad que trae consigo la Verdad. Guardamos el día de reposo cuando hemos creído que Jesús es el Ungido de Dios en quien tenemos salvación: Ya no caminamos solos, haciendo nuestra voluntad, sino que caminamos unidos en el Espíritu al Hijo de Dios, quien, con su yugo ligero, nos guía por sendas rectas hacia la Ciudad Celestial, donde hay muchas moradas preparadas para los hijos.


Un sábado, estando en la sinagoga, había entre la gente un hombre que tenía su mano seca. Los fariseos observaban atentos a ver si Jesús lo sanaba, para acusarle de transgredir el día de reposo. Vino Jesús, y llamó al hombre para que se ubicara en medio, y preguntó a los fariseos: "¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla?", pero guardaron silencio. Jesús, al ver la dureza de sus corazones, se entristeció, y pidió al hombre que extendiera su mano, y lo sanó. Luego de esto, los fariseos se reunieron con los herodianos a fin de deshacerse de Él. (3:1-6)

* Guardar el día de reposo significa hacer la Voluntad de Dios. Jehová nos dio un día para dejar de andar en nuestros caminos; dejar de hacer nuestra voluntad; dejar de hablar nuestras palabras, y dedicarnos a venerar y a gozarnos en el Señor. Para los judíos es el sábado. Los cristianos dedicamos el domingo a los asuntos del Señor. Pero lo cierto es que nuestro Reposo en Cristo no es cosa de un solo día, sino que todos los días de nuestras vidas debemos gozarnos en nuestro Redentor, andando en sus caminos, hablando sus palabras, llenándonos del Espíritu Santo, porque esa es la Voluntad de Dios para sus hijos en Cristo, porque todo lo que hacemos cada día, sea en nuestro lugar de trabajo, en nuestro hogar, dondequiera que estemos, debemos hacerlo no para ser visto de los hombres, sino como para el Señor, porque a Él servimos.

** Una vez dentro del Reposo de Dios, los creyentes no estamos para condenar al prójimo, sino para llevarles el mensaje que puede salvar sus vidas. Muchas veces aislamos al que está caído, lo discriminamos por su condición, sin embargo, mientras gozamos del Reposo que es en Cristo, debemos hacer el bien, y guiar las almas a la salvación, como nos mandó nuestro Señor, y no hundirlas más. "Misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos", dijo el Señor. 


ELECCIÓN DE LOS DOCE


Jesús y sus discípulos fueron hacia el mar, y los seguía gente de todas las ciudades cercanas al Jordán, incluso de los alrededores de Tiro y Sidón, atraídos por las maravillas que oían sobre Él. Tanta era la gente que Jesús pidió a sus discípulos que siempre tuvieran lista la barca, a fin de que la gente no lo oprimiera, ya que, muchos de los enfermos, con el fin de tocarle para sanar, se abalanzaban sobre Él, e incluso los espíritus inmundos al verle, se postraban ante Él, diciendo: "Tú eres el Hijo de Dios", pero Él los reprendía para que no le descubriesen. (3:7-12)

Después subió al monte, y escogió a doce discípulos para que permaneciesen con Él, y para enviarlos a predicar; darles autoridad para sanar enfermedades, y echar fuera demonios. Estos fueron: Simón, al que llamó Pedro; Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes llamaba "Boanerges", que quiere decir "hijos del trueno"; Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que lo entregó. Luego volvieron a casa.  (3:13-19)

Cuando venimos a Jesús, no lo hacemos, porque nosotros lo hayamos escogido a Él, sino, porque Dios tuvo misericordia de nosotros, y nos llamó. Dice la Palabra que fuimos escogidos desde la fundación del mundo, para ser adoptados como hijos de Dios, por medio de la fe, que también es un don que recibimos de Él. Dios escogió las ovejas para su redil, y se las dio al Hijo para que las reuniera en sí mismo.

** La elección de Judas Iscariote no fue un error. Él debía formar parte del grupo íntimo del Mesías, a fin de dar cumplimiento a las profecías que hablaban sobre la traición al Hijo de Dios. Judas, como hemos dicho en otros estudios, no fue víctima de Dios, sino escogido precisamente por su corazón entenebrecido, pues, a pesar de haber compartido por más de tres años con el Salvador del mundo, y haber sido partícipe de los dones del Espíritu Santo, su ambición lo empujó a cometer el peor crimen de la historia de la humanidad. Judas no fue manipulado, él estuvo donde quiso estar, e hizo lo que su naturaleza corrupta le mandó hacer


DESHACIENDO LAS OBRAS DE SATANÁS


Ocurrió que se reunió tal cantidad de gente, que ellos ni siquiera podían comer pan. Cuando los parientes de Jesús oyeron esto, pensaron que estaba fuera de sí, y fueron para llevárselo. Por su parte, los escribas decían que estaba endemoniado, y que echaba fuera los espíritus por medio del príncipe de los demonios. Al saber esto, Jesús los llamó, y les preguntó: "¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?", y en parábola, les explicó que, si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer; de igual manera, si una familia está dividida contra sí misma, no puede permanecer; y agregó: "si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin. Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa". Por último, les dijo que todos los pecados serán perdonados a los hombres, excepto las blasfemias contra el Espíritu Santo, que serán castigadas eternamente. Esto lo dijo, porque habían dicho que Él tenía un espíritu inmundo. (3:20-30)

El Apóstol Juan, en su evangelio, nos revela que los hermanos de sangre de Jesús no creían en Él. Quizás esa es la razón por la cual, al producirse el alboroto que relata Marcos en estos versículos, pensaron que su hermano mayor estaba fuera de sí, y decidieron ir por Él. Sin embargo, su incredulidad no duró para siempre, y probablemente fue transformada en fe cuando lo vieron resucitado, pues consta que una de las personas a la cual Jesús visitó después de su resurrección fue su hermano Jacobo, conocido también como Santiago, quien llegó a ser líder en la congregación de Jerusalén y, según la tradición, es el autor de la epístola "Santiago", donde se presenta como: "Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo". Por su parte, otro de sus hermanos, Judas, también convertido en siervo del Señor,  sería el autor de la epístola "Judas", donde se presenta como: "Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo". Del resto de sus hermanos y hermanas no tenemos información, pero, sin dudas, también llegaron a creer que su hermano Jesús era el Mesías profetizado.

** Sabemos que el Hijo de Dios vino a deshacer las obras de Satanás, y que lo despojó de su poder totalitario cuando venció la muerte en la cruz, porque el poder de Satanás sobre la humanidad yace en el pecado que condena a muerte, pero la perfecta vida de Jesús impidió que Satanás llegara a tener poder sobre Él, por tanto, la muerte no pudo retener al Hijo del Hombre. En consecuencia, habiendo sido el cuerpo de Jesús, que no conoció pecado, perfecta ofrenda a favor de la humanidad, su sangre inmaculada que se derramó fue suficiente libación para expiar los pecados de todo el mundo, (pero efectiva sólo para los que creen), y abrió para los creyentes un camino directo al trono de la Majestad en las alturas, que hasta entonces había estado prohibido para el hombre.

Ahora todo aquél que cree que Jesús es el Redentor enviado por Dios ha resucitado junto con Cristo, y ya no sufrirá lo que las Escrituras llaman la segunda muerte, es decir, la condenación eterna en el lago de fuego, preparado para Satanás, el Hades, y para todos los que no se hallen inscritos en el libro de la vida. A los renacidos, el Señor nos hizo sacerdotes de Dios y de Cristo, para llevar el mensaje de esperanza a la humanidad, hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, cuando Jesús vuelva por su iglesia en gloria y majestad, y juzgue al mundo, y todo lo que conocemos sea destruido, y haya nuevos cielos y nueva tierra, donde viviremos eternamente en Dios por medio de Cristo.

*** Para tener un correcto entendimiento de las Escrituras, es necesario tener a la vista no sólo el párrafo que se está leyendo, sino todos los escritos bíblicos que hablan sobre un tema específico. En estos versículos, Jesús dio a entender que, para poder desarmar el poder de Satanás, mencionado como "el hombre fuerte", debía atarlo.

Aquí cabe una pregunta esencial para llegar a conclusiones correctas sobre los tiempos: ¿cuándo Jesús ata a Satanás? 

En Apocalipsis, leemos que un ángel que descendía del cielo "prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años". En seguida dice que: "lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo". Dicho esto, habla de los renacidos en Cristo, que reinarán con el Señor por mil años; y que "cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión..." (Ver Ap 20:1-15). Muchos interpretan de estos versículos, que el reino del milenio comienza después de la venida de Cristo; sin embargo, el Apóstol Pablo, en su carta a los tesalonicenses, dice que "ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene...", de lo cual podemos deducir que es en este tiempo que Satanás está atado de manos. Si bien es cierto, su maldad sigue influenciando al mundo, mientras el Espíritu Santo esté sellando a los escogidosSatanás no tiene libertad para tocar a los redimidos. El diablo tratará de poner tropiezo a los hijos de Dios, y no escatima esfuerzos para conseguirlo, pero no puede hacer nada que Dios no le permita hacer, y si Dios lo permite, es porque tiene un propósito superior que obrará para bien del reino y de sus escogidos.

En palabras simples, y basándonos en la parábola usada por el Señor, diremos que Jesús vino para desarmar a Satanás, y su golpe definitivo fue cuando resucitó. Entonces le quitó todas las armas en que el diablo confiaba, y ahora lo está despojando de sus bienes, es decir, está trasladando de las tinieblas al reino de luz a todos los que están siendo llamados por fe y para fe. Una vez que la totalidad de los llamados (los hijos de Abraham según la fe) sea introducida al Reino, Jesús vendrá para sacarlos del mundo, y Satanás volverá a ser liberado, y saldrá a engañar a los que queden en la tierra; levantará un falso profeta, y preparará al mundo para luchar contra el Cordero, quien finalmente, los vencerá con la espada de su boca.


LA FAMILIA DEL HIJO DE DIOS 


Entonces, vinieron la madre y los hermanos de Jesús que, quedándose fuera, enviaron a llamarle, y cuando avisaron al Maestro que su madre y hermanos le buscaban, Jesús dijo: "¿Quién es mi madre y mis hermanos?", y paseando su mirada sobre todos los que estaban sentados a su alrededor, agregó: "He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre". (3:31-35)

* Muchos se escandalizan al ver la respuesta de Jesús, sin embargo, el Señor no despreciaba a su familia terrenal, pero con sus palabras, estaba enseñando que, en el Reino espiritual, sólo los que hacen la voluntad de Dios son hechos hijos de Dios, por tanto, hermanos y coherederos con Cristo de las glorias venideras. La verdadera familia de Jesús es infinitamente más grande que los pocos que le buscaban en ese momento. Por lo demás, como dijimos previamente, los hijos del matrimonio formado por José y María no creían en Jesús; en consecuencia, no llegaron a ser hermanos espirituales de Jesús, sino hasta después de su resurrección.




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