LA PALABRA QUE ES ESPÍRITU Y VIDA
Jehová nuestro Dios es Espíritu; Él es el Gran Yo Soy. Él es el Alfa y la Omega, el principio y el final. Nuestro Creador no tiene forma humana, y aun cuando la Biblia habla de la boca de Dios, de su brazo, de su rostro, sabemos que Él es invisible, y que, aunque nosotros vivimos, nos movemos, y estamos en Él, no le podemos ver.
La Palabra que Dios exhala también es espíritu. Dios no creó su Palabra; ella estaba en Él, y con Él en el principio, y fue por medio de su Palabra que Dios creó el mundo y todo lo que en él hay. Dios habló... y todo fue hecho.
Pero no sólo que su Palabra estaba con él en el principio, sino que Dios era su Palabra. Literalmente, leemos en la Septuaginta (la primera transliteración al español de los escritos originales griegos): "En el principio era el Verbo; y el Verbo era ante Dios; y Dios era el Verbo." (Jn 1:1 LXX)
Por medio de Isaías, Jehová había prometido que enviaría Su Palabra, diciendo: "así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié".(Is 55:11)
Y Dios habló, y se manifestó su gloria y todo el mundo la vio, porque su Palabra se hizo carne, y habitó entre los hombres, llevando Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Dios envió su Palabra en la persona de Jesucristo para que todo aquel que cree no perezca, sino que tenga vida eterna. Toda palabra que salió de la boca de Jesús es Espíritu y es vida, pues es la Palabra de Dios, y tiene el poder de reconciliar con Dios todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos.
Mediante la Palabra de Dios nacemos de la simiente incorruptible para vida eterna. Nadie que no haya nacido del Espíritu puede ir al Padre, y es la Palabra de Dios la que produce la regeneración.
También la Palabra nos hace crecer para salvación, por lo cual, en las Escrituras se nos exhorta a desear la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre, igual como los niños pequeños anhelan la leche materna.
Es la Palabra de Dios la que nos lava y santifica, para que vivamos conforme a nuestra nueva vida espiritual, y nos perfecciona para el ministerio de Dios. Ya no moriremos, pues hemos pasado de muerte a vida eterna, porque hemos creído la palabra y a Aquel que la envió.
También la Palabra nos hace crecer para salvación, por lo cual, en las Escrituras se nos exhorta a desear la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre, igual como los niños pequeños anhelan la leche materna.
EL PAN DEL CIELO
Jesús es el pan del cielo que Dios envió para que el que coma de él, viva para siempre. Jesús dijo: "yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí". El hombre no sólo necesita alimentar su cuerpo terrenal para vivir, porque la verdadera vida no es la del cuerpo, sino la del espíritu, y éste necesita comer la Palabra que sale de la boca de Dios todos los días. No leerla es rechazar el alimento que necesitamos para vida eterna. La salvación (para los que son realmente salvos) no se pierde, pero seremos desnutridos espiritualmente, y pasaremos mucha hambre y sed en este mundo caído, si no dedicamos tiempo a conocer a Dios y a Jesucristo, a quien el Padre envió para salvarnos.
Prestemos oído, porque YHWH AÚN SIGUE LLAMANDO.
Canción "Buscadme y Viviréis" (Marcos Vidal)
Lectura complementaria: Cómo ser salvos (volver a nacer)
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