domingo, 28 de septiembre de 2025

SIMBOLISMOS TRAS LA ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN

La entrada de Jesús en Jerusalén montado en un pollino esconde una gran cantidad de simbolismos que fuimos descubriendo en la medida que nos adentrábamos en el capítulo 21 del evangelio escrito por San Mateo, en nuestro Blog "Escudriñemos en evangelio"

El siguiente es un extracto de ese estudio, respecto del cual, recomiendo ir a los enlaces de los textos bíblicos, a fin de sacar mayor provecho de la lectura, y constatar que lo que se ha escrito no obedece a interpretaciones antojadizas, sino que cuenta con amplio respaldo en las Escrituras.

Como hemos explicado en otras entradas, estos estudios empiezan con un resumen de los versículos estudiados, en negrita, identificados entre paréntesis al final del párrafo, seguido de los comentarios en cursiva. Los enlaces aparecen destacados en color azulado, el cual se vuelve rojizo al poner el cursor encima y, una vez leído, se torna color café oscuro. Los textos en café claro son cita textual de versículos bíblicos, mayoritariamente de la versión RVR60; si se trata de otra versión, se especifica con las siglas correspondientes.

Comencemos:


"JESÚS ENTRA EN JERUSALÉN


Acercándose a Jerusalén, vinieron al monte de los Olivos, y Jesús envió dos de sus discípulos a una aldea cercana, diciéndoles: "hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos"; y si alguien les pedía explicaciones, ellos debían contestar: "El Señor los necesita; y luego los enviará". Todo esto lo hizo para que se cumpliera la profecía que dice: "Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga". Cuando los discípulos regresaron, pusieron sus mantos sobre los animales, y Jesús se sentó encima. Por el camino había una gran multitud que, a su paso, tendía sus mantos, cortaba ramas de los árboles, y las ponía en el camino, mientras clamaba: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!". Al entrar en Jerusalén, todos se conmovieron, preguntándose ¿Quién es éste?, y la gente decía: "Éste es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea". (21:1-11)

* En esta escena hay gran riqueza de símbolos, pues, Jesús no sólo entró al templo montado sobre el pollino para que se cumpliese la profecía de Zacarías, sino también para mostrar que en Él se estaba cumpliendo la bendición profética de Jacob que, en su lecho de muerte, dio a su hijo Judá, ancestro de Jesús, y a su descendencia. Así profetizó el patriarca: "No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos. Atando a la vid su pollino, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su manto.(Gn 49:10-11)La profecía no sólo hablaba de la continuidad de los descendientes de Judá, raíz de David, en el trono de Jerusalén, hasta la llegada del Rey de reyes (Siloh), cuyo "reino no tendrá fin" (Lc 1:33), sino de cómo "a él se congregarán los pueblos" (Gn 49:10), no sólo gente de origen judío; y dice que Él lo hará amarrando el hijo de su asna a la vid escogida (Gn 49:11).
 
El asna es un animal de carga, que simboliza a los hijos de Israel, a quienes se les dio la ley de Dios, (un conjunto de mandamientos buenos y justos, destinados a enseñarles a andar en los caminos del Señor), la cual debían cumplir íntegramente para estar en buena relación con YHWH (Jehová), pero que, sin embargo, no tenía el poder de salvar; pues, su fin último era conducir a Israel hasta su Mesías que los iba a salvar por fe, no por obras. De hecho, la misma ley demostró que nadie podía cumplirla a cabalidad, "porque cualquiera que guarda toda la ley, pero falla en un punto, se ha hecho culpable de todos" (Stg 2:10 NBLA). Como consecuencia, los hijos de Israel acumularon sobre sus lomos una gran carga de culpa por el pecado (el asna), pues la ley se había encargado de mostrarles cuánto pecado había en sus corazones, y cuán imposible era para ellos alcanzar salvación por medio de ella.

En cuanto al hijo de asna, éstos son los creyentes del nuevo pacto que conforman la iglesia de Jesucristo, porque la fe en el Hijo de Dios que profesa la iglesia, el cristianismo, tiene sus raíces en el judaísmo (el asna). Ésta es la congregación de los santos integrada por el remanente de judíos salvos por gracia y gentiles salvos por gracia, que no están bajo el viejo pacto de la Ley que condena, sino bajo el pacto eterno que se basa en la obra del Espíritu que da vida. La palabra "iglesia" viene del griego "Ekklesia", que es la traducción de la palabra hebrea "qâhâl" (קהל), que significa congregación o asamblea.
 
Tanto la profecía de Zacarías como las versiones de Marcos, Lucas y Juan dicen que Jesús entró montado, no sobre el asna, sino sobre el hijo de ésta; y dicen que se trata de un pollino, es decir, un asno joven, "en el cual ningún hombre ha montado jamás" (Lc 19:30); una cría que, antes de que la trajeran a Jesús, hubo que desatarla, representando así la necesidad del hombre natural de ser librado del yugo de esclavitud del pecado para llevar, en su lugar, el fácil yugo de Cristo, cuya carga es ligera, y en quien las almas angustiadas y afligidas hallan descanso. No está de más insistir en que la única forma de librar al ser humano de la esclavitud del pecado es por la fe en la sangre expiatoria que Jesús, el Hijo de Dios, derramó en la cruzLa sangre de Jesús tiene el poder de librar de una vez y para siempre del yugo del pecadoquedando, el que cree, limpio de culpa, como si nunca antes hubiera pecado; de hecho, ése es el motivo por el cual quedó expresado el comentario explicativo de que el pollino que Jesús mandó a buscar era un animal "en el que nadie antes se ha montado" (Lc 19:30 NBV). 
 
La profecía de Jacob (Gn 49:10-11dice que el Rey ata "a la vid su pollino, y a la cepa el hijo de su asna" (Gn 49:11); porque Jesús es la Vid escogida, que sujeta a sí mismo su iglesia, la cual es Su cuerpo. Él mismo declaró: "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador" (Jn 15:1). La traducción de Ef 2: 15, de la Nueva Biblia Viva (NBV), dice que, tanto a judíos como a gentiles, Jesús "los hizo parte de sí mismo, creando una sola y nueva humanidad"; porque "el que está unido a Cristo es una nueva persona" (2Co 5:17 DHH), pues, Dios mora en ella por la fe, a través de SEspíritu Santo, tal como anunció por medio de Ezequiel diciendo: "pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra" (Ez 36:27), milagro que sucede cuando nos humillamos ante Jesús, y lo reconocemos como Señor de nuestras vidas 
 
Como hemos podido ver, Jesús era Aquél a quien se congregarían los pueblos, "pues, por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu" (Ef 2:18 NVI). Ahora que Jesucristo nos hizo uno con Él, judíos y gentiles "somos un solo cuerpo y tenemos un mismo Espíritu; además, hemos sido llamados a una misma esperanza" (Ef 4:4); "Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, pues anuló la Ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad." (Ef 2:14-16 NVI).  
 
Dice la Escritura que "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1Jn 5:12), pues, sólo estando en Cristo, Dios nos da entrada al reino de los cielos, que es lo que el Señor está simbolizando al ingresar al templo montado sobre el pollino."


Para continuar aprendiendo más, te invito a visitar el Blog Escudriñemos el Evangelio, Parte X, donde también se analiza el episodio en que Jesús echa a los comerciantes del templo y confronta a los líderes judíos.

Para tu tranquilidad, te recuerdo que estos blogs no tienen fines de lucro, y que mi único objetivo es cumplir con el deber que el Señor nos impone de compartir con otros lo que Dios ha permitido que conozcamos al profundizar en Su Palabra. 

 


 

domingo, 31 de agosto de 2025

EL EVANGELIO QUE PREDICAMOS

El siguiente es un extracto del Blog Escudriñemos el Evangelio, en el Estudio del Libro de Mateo Parte IX, titulado "El más Pequeño es el más Grande", donde, mientras analizábamos la parábola que la versión Reina Valera 1960 titula "Los Obreros de la Viña" (Mt 20:1-16), fuimos llevados por varios versículos que, finalmente, desencadenaron en una explicación resumida del plan de redención que Dios diseñó para restaurar lo que se perdió en el Jardín del Edén, que me pareció interesante compartir en este blog. 

El extracto comienza con el relato de la parábola (en negrita), para continuar con el análisis al texto (en cursiva):


"Jesús continuó hablando a través de una parábola, diciendo que el reino de los cielos asemeja a un hombre, padre de familia, que una mañana salió a contratar obreros para su viña. Con los primeros obreros convino en pagarles un denario al día. Alrededor de las 9 de la mañana, salió y "vio a otros que estaban en la plaza desocupados", a los cuales les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo". Y ellos fueron. Entre el medio día y las 3 de la tarde, volvió a salir , y contrató nuevos obreros. Siendo alrededor de las 5 de la tarde, halló a otros que estaban desocupados, y les preguntó: "¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?", a lo que respondieron: "Porque nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo". Cuando llegó la noche, ordenó a su mayordomo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros". Al venir los últimos en ser contratados, recibieron un denario por su trabajo. Y cuando vinieron los primeros, pensaron que iban a recibir más, sin embargo, también recibieron un denario cada uno. Entonces, los primeros comenzaron a murmurar contra el padre de familia, diciendo: "Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día". El Padre de familia, respondiendo a uno de ellos, le dijo: "Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete", además, dijo: "quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?". Entonces Jesús reiteró lo dicho previamente: "los primeros serán postreros, y los postreros, primeros", y agregó: "porque muchos son llamados, mas pocos escogidos". (20:1-16)


* En este pasaje, probablemente, los "postreros" que iban a ser primeros (v.16), son los gentiles, quienes comenzaron a ser llamados después que se predicara el evangelio a los judíos. Porque el reino de los cielos fue anunciado primeramente a los hijos de Israel; "de ellos son la adopción como hijosla gloria divina, los pactos, la Ley, el privilegio de adorar a Dios y el de contar con sus promesas. De ellos son los patriarcas y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas." (Ro 9:4-5 NVI). Asimismo, si bien los hebreos tuvieron el privilegio de ser escogidos para dar a conocer el Nombre de Jehová a las naciones del mundo antiguo, también fueron los primeros en experimentar el dolor del quebrantamiento, y la carga de culpa que produce en el ser humano natural (que no tiene el Espíritu de Dios morando en él) el tratar de luchar, infructuosamente, por hacer la Voluntad de Dios, "por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden" (Ro 8:7). Aquella ley que los condenaba ("pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado" - Ro 5:13), fue "ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador" [Moisés] (Ga 3:19), cuando los israelitas se comprometieron en un pacto con YHWH, en el cual el Señor prometió: "si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa" (Ex 19:5-6), a lo que el pueblo respondió: "Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" (Ex 19: 8).  
 
Lo que Israel no sabía era que, para que pudieran alcanzar esa gloria prometida, debían nacer de nuevo, es decir, ser engendrados del Espíritu Santo por la fe en el Mesías que Jehová había prometido enviar. Sin embargo, transcurrieron más de mil años desde que recibieron la Ley que los sentenciaba a muerte, antes de que Dios enviara al mundo a Aquél que podía quitarles esa carga, y darles descanso para sus almas. Llegado el momento, cuando Israel ya estaba preparado para ser justificado por la fe, fue el mismo Mesías, Jesús, el Hijo de Dios, quien dio tal revelación a uno de los principales líderes Judíos, Nicodemo, diciendo: "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios"; "de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Jn 3:3,5-6). Esto dijo Jesús, porque "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción" (1Co 15:49); por eso, para heredar las promesas, debemos ser transformados; lo que significa que, "así como hemos traído la imagen del terrenal [Adán], traeremos también la imagen del celestial [Cristo Jesús]" (1Co 15:50, 49), lo que se completará cuando el Señor vuelva a buscar a su amada Jerusalén Celestial. 
 
Otro misterio que tampoco se reveló antes de la resurrección del Mesías es "que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio" (Ef 3:6). Es decir, los que no eran pueblo de Dios, también fueron adquiridos para Dios con la sangre derramada en la cruz por el Cordero pascual provisto por Dios, que era el esperado Mesías, Hijo de David. Pedro, en su primera epístola, ratifica el cumplimiento de la promesa de Dios hecha en el Sinaí (Ex 19:5-8), por la obra de Jesucristo, diciendo a sus destinatarios, que eran judíos y gentiles perseguidos: "vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia" (1Pe 2:9-10).
 
Los hijos de Israel son esos "primeros" que trabajaron más tiempo; los que en los versículos citados creían que iban a recibir más que los que se habían sumado al final (vv. 10-12); sin embargo, la misericordia de Dios, la vida eterna, la Gracia de Dios son para todos los que creen sin acepción de personas. Porque la iglesia no fue una salida improvisada de Dios al fracaso del pueblo judío; la iglesia es el organismo en el cual se cumple la promesa hecha a Abraham de que, en su simiente, que es Jesús, Hijo de David, serían benditas todas las familias de la tierra, porque la iglesia, que tiene su origen en el judaísmo, es la congregación de los que han nacido del Espíritu Santo de Dios para poder heredar las promesas hechas al padre de la fe, Abraham
 
Dios es Soberano, y como la entrada al reino es por fe, no por obras, si alguien se arrepiente, y entrega su vida a Jesucristo en el último segundo de su vida terrenal, será salvo, igual que cualquiera que vivió toda su vida en la fe de Cristo. El mejor ejemplo se produjo durante la crucifixión: uno de los dos malhechores crucificados junto a Jesús, se arrepintió de su pecado en el último momento, y Jesús le dijo que estaría en el paraíso junto a Él. Esto no quiere decir que si alguno, conociendo la Voluntad de Dios, decida vivir como un diablo toda su vida, reservándose hasta el último minuto de su vida para pedir a Cristo que  lo reciba como siervo, va a ser salvo, porque si esa persona escogió seguir viviendo en pecado después de haber oído el llamado del Señor, significa que amó más al mundo que a Dios, por tanto, difícilmente entrará al reino de los cielos. Por otra parte, nadie sabe cuándo va a llegar su hora, ni si va a tener tiempo para ofrendar su vida antes de expirar. 
 
Éste es el evangelio que la iglesia predica hoy a todo el mundo: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecadosy recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch 2:38), porque "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:12); de modo que, "si confesares con tu boca que Jesús es el Señory creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Ro 10:9-10)."


(Extracto del Estudio del libro de Mateo, Parte IX, Blog Escudriñemos el Evangelio



 

   

jueves, 10 de julio de 2025

Animales Puros, ¿e Impuros También?

El siguiente es un extracto del Blog Escudriñemos el Evangelio, Estudio del Libro de Mateo (Parte VIII), que me ha parecido interesante compartir aquí, por cuanto explica, con argumentos bíblicos, el motivo oculto tras la prohibición de comer cierto tipo de animales, que Jehová mandó a los hijos de Israel.

El texto, basado en Mateo 15:15-20, donde Jesús se refiere a lo que realmente contamina al hombre, dice así:

..."Marcos, en su evangelio, llama nuestra atención al agregar un interesante comentario después de las palabras de Jesús, cuando dijo: "¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina?". El discípulo afirmó: "Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos" (Mr 7:18-19).  

La importancia de este comentario radica en que, en el Antiguo Testamento, había prohibición de comer la carne de ciertos animales, como el cerdo, porque la ley lo declaraba inmundo. Pero tal prohibición encerraba un misterio que es develado en el libro de los Hechos, a través de una visión que el Señor dio a Pedro, en la cual exhibe, en una especie de lienzo, toda clase de animales impuros, y manda a Pedro que los coma, a lo cual el apóstol respondió: "Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca" (Hch 11:8); entonces el Señor dijo: "Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro” (Hch 11:9 NBLA). Esta ilustración usó Cristo para anunciar a Pedro que había llegado la hora de hacer extensivo el evangelio a los no judíos también. Sin embargo, la ilustración, y el mensaje que la acompañó, también dieron a conocer que la prohibición, en el fondo, no tenía que ver con los animales en sí, sino con lo que ellos, por sus características, simbolizaban, esto es, los pueblos gentiles, cuyas abominables costumbres representaban una inminente amenaza a la santidad para la cual Jehová había apartado a los hijos de Israel. 
 
La visión que el Señor dio a Pedro fue una de las formas en que se comenzó a develar el "misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres" (Ef 3:5), y es "que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio" (Ef 3:6). ¿Qué había sucedido para que tal prohibición hubiera quedado obsoleta? La respuesta es que, para aquel entonces, "según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios" (Hch 2:23 NVI), ya había sido sacrificado el Cordero pascual provisto por Dios, cuya Sangre preciosa comenzaba a esparcirse por toda la tierra, expiando, de una vez y para siempre, los pecados de todos los seres humanos que tienen la misma fe que a Abraham le fue contada por justiciasin importar su origen étnicoDe esta manera, Dios estaba dando cumplimiento a la promesa que hizo al patriarca, diciendo: "En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra..." (Gn 22:18), porque Jesús es la simiente de Abraham en quien todos los pueblos, no sólo los judíos, son bendecidos.  
 
A mayor abundamiento, Pablo, en su carta a los romanos, nos sorprende al afirmar que, "no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos", dicho de otra manera, "no los que son hijos según la carne (de Abraham) son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes" (Ro 9:6,8). Y también dijo que, "la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: «En ti serán benditas todas las naciones»", así que, agregó el Apóstol: "los que son de la fe son bendecidos con Abraham, el creyente." (Ga 3:8-9 LBLA).  
 
Ya que el simbolismo de los animales impuros había sido esclarecido, más adelante Pablo escribió: "De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud". "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios(1Co 10: 25-26, 31)."


(Extracto de Estudio Bíblico del libro de Mateo (Cap 15), Blog "Escudriñemos el Evangelio" de Novaluz

  

martes, 15 de abril de 2025

¿PODEMOS IGNORAR A JESÚS Y AUN ASÍ SER SALVOS?

(Extracto de Estudio Bíblico del libro de Mateo, Parte VI, (capítulos 11 y 12)Blog "Escudriñemos el Evangelio").


¿Por qué depositar nuestra fe en Jesús es tan esencial en el plan de redención? ¿Por qué no es suficiente con creer sólo en Dios? ¿Cuál es la importancia de "estar en Cristo" y de "permanecer en Él"? Aquí Jesús responde: "Mi Padre me ha entregado todas las cosas". No dice una parte de las cosas, sino todas las cosas. En otros lugares, dice "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra" (Mt 28:18); y "El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano" (Jn 3:35).

En las epístolas de Pablo aprendemos que esto no se trató de una decisión circunstancial, sino de un plan elaborado desde antes de la fundación del mundo, cuando Dios nos escogió (a los creyentes) "para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo" (Ef 1:4-5), "en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados" (Ef 1:7). 

Pablo, en su epístola a los efesios, revela que Dios se propuso "reunir en él (en Jesucristo) todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra" (Ef 1:9-10 NVI). Es lo mismo que dijo a los corintios: "Porque Dios lo ha sometido todo bajo los pies de Cristo. Pero cuando dice que todo le ha quedado sometido, es claro que esto no incluye a Dios mismo, ya que es él quien le sometió todas las cosas. Y cuando todo haya quedado sometido a Cristo, entonces Cristo mismo, que es el Hijo, se someterá a Dios, que es quien sometió a él todas las cosas. Así, Dios será todo en todo" (1Co 15:27-28 DHH). 

Es decir, sólo en Jesucristo está la salvación, pues, "agradó al Padre que en él (Jesús) habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" (Col 1:19-20). ¿Por qué? Porque Jesús es el Hijo del Hombre, es decir, uno de nosotros, pero no como nosotros, pues, Él era sin pecado. El único ser humano cuya vida impecable podía ser aceptada por Dios como propiciación por nuestro pecado, y así aplacar Su justa ira.

Dice la Escritura: "Pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Jn 3:36). La epístola a los Romanos habla de la ira de Dios, que "viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad" (Ro 1:18 NVI), y que "«No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado; juntos se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!»" (Ro 3:10-12 NVIA). Es decir, si no estamos en Cristo, somos enemigos de Dios, y, por tanto, condenados a morir en el fuego eterno que no se apaga, donde el gusano del hombre no muere.

Pedro compara el bautismo en Jesús con el arca de Noé, que tomó muchos años en ser construida, tiempo durante el cual Dios aguardaba pacientemente a que las personas se arrepintieran de sus pecados, para que se salvaran del diluvio anunciado por Jehová, quien, cuando vio "que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal" (Gn 6:5), decidió "el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos" (Gn 6:13). Lamentablemente, cuando el arca estuvo lista, y se desató el diluvio, sólo ocho personas sobrevivieron. Es lo mismo para este tiempo, "el Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan" (2Pe 3:9). Rechazar a Jesucristo, a quien Dios envió para en Él tengamos vida eterna, es rechazar la salvación para vida eterna.  

A la luz de esta palabra, podemos entender por qué la Escritura dice que en Jesús "estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres" (Jn 1:4); es decir que, "el que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1Jn 5:12), porque "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:12).  

En el Salmo 2, Cristo dice: "Jehová me ha dicho: Mi hijo eres túYo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra" (Sal 2:7-8), en tanto el salmista escribe: "Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían" (Sal 2:12).



(Extracto de Estudio Bíblico del libro de Mateo, Parte VI, Blog "Escudriñemos el Evangelio").




domingo, 23 de marzo de 2025

LA URGENCIA DE TRANSITAR DE LO TERRENAL A LO ESPIRITUAL

 

El siguiente texto es un extracto del Estudio del libro de Mateo, capítulos 9 y 10, del Blog "Escudriñemos el Evangelio", por medio del cual, mientras analizábamos en detalle dos de los milagros hechos por Jesús, que se narran simultáneamente, donde sanó a una mujer que por años padeció flujo de sangre, y después resucitó a una pequeña de doce años, comenzamos a ser guiados en un viaje que nos llevó a visitar diversos pasajes bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, a través de los cuales, comenzaron a salir a la luz, de forma sutil y fascinante, profundidades escondidas tras las historias que, entre muchas otras cosas, nos hablan de la urgente necesidad que tenemos los seres humanos, sin importar su origen, sea judío o gentil, de obedecer el llamado del Señor, para transitar de lo terrenal a lo espiritual, sin lo cual no es posible que veamos la Gloria de Dios, ni que heredemos las promesas hechas a Abraham, el Padre de todos los que creen; no exclusivamente de sus descendientes según la carne, sino de todos los que tienen la misma fe que a Él le fue contada por justicia.  


(El primer párrafo en "negrita" es un resumen de los versículos estudiados, identificados al pie del párrafo; en tanto que los escritos en cursiva son los comentarios que se desprenden del texto estudiado. Además, los textos en color café son citas bíblicas textuales de la RVR60. Otras versiones aparecen especificadas con sus siglas).


"Mientras Jesús decía estas cosas, vino hasta Él un líder judío de nombre Jairo quien, postrándose ante el Señor, le dijo: "Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá". Jesús se levantó, y le siguió junto con sus discípulos; pero, en el camino, había una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, que pensaba: "Si tocare solamente su manto, seré salva"; así que se acercó por detrás, y tocó el borde del manto de Jesús. En cuanto la mujer hizo esto, Jesús se volvió hacia ella, la miró, y le dijo: "Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado"; y la mujer sanó desde ese instante. Cuando Jesús llegó a la casa de Jairo, al ver a los endechadores, les dijo: "Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme", y todos se burlaron. Una vez que todos salieron, Jesús entró a la habitación, tomó a la niña de la mano, y ella se levantó. Este milagro se supo en toda esa región. (9:18-26)

Primero que todo, es necesario aclarar que los milagros relatados son hechos verídicos, escogidos por el Espíritu Santode entre muchas maravillas hechas por Jesús durante Su ministerio terrenal, a fin de dejar testimonio en el libro sagrado de que Jesús es el Mesías prometido, y "para que, creyendo", tengamos "vida en su nombre" (Jn 20:31). Además, porque, como hemos podido comprobar a través del estudio profundo de la Biblia, lo que se ha escrito, por lo general, esconde un mensaje que puede discernirse espiritualmente. En ese sentido, no es casualidad que estos milagros se relaten como sucesos simultáneos, pues, aunque no son parábolas, sí esconden un mensaje espiritual 
 
Por los evangelios de Marcos y Lucas, sabemos que la niña tenía alrededor de doce años, los mismos doce años que la mujer llevaba enferma de flujo de sangre. El número doce probablemente está simbolizando a Israel, con sus doce tribus; el pueblo al cual le fue confiado el pacto que tenía como fin guiarlo hacia su Mesías, por medio de quien todas las familias de la tierra iban a ser justificadas por la fe. Pues bien, ya que ese Salvador estaba en la tierra, lo que se quería demostrar a través de estos hechos es que la primera etapa del plan de redención estaba por concluir, y que se iba a dar inicio a una nueva era, donde la salvación sería, no por obras, sino como un regalo de Dios, quien salva por la fe en Su Hijo, que es el Salvador. En aquel tiempo, muchos pensaron que Jesús había venido a abolir la ley, pero la verdad es que Él había sido enviado a cumplirla, porque nadie más que Él podía hacerlo, pues, dice la Escritura que, "cualquiera que cumpla toda la ley, pero que falle en un solo mandato, ya es culpable de haber fallado en todos" (Stg 2:10 RVC), y nadie más que Jesús pudo guardar cada precepto de la Ley
 
Ahora bien, ¿por qué creemos que estos milagros hablan de Israel y su Pacto?, porque la niña de doce años no era una hija más de Israel, sino la hija de uno de los líderes de la sinagoga, lo que habla del fin del sistema religioso judaicoPero, no hay que confundirse, no era el final para Israel, pues, como podemos ver, la niña que había muerto, en cuanto oyó la voz de Jesús, volvió a la vida; esto, porque, como dice la Escritura: de entre los hijos de Israel "hay en la actualidad un remanente escogido por gracia(Ro 11:5 NVI), o sea, judíos que, "si no permanecen en su incredulidad" (Ro 11:23 NBLA), se arrepienten de haber rechazado a su Mesías, heredarán la vida eterna. Es decir que, al mismo tiempo en que se comenzó a anunciar el evangelio a los gentiles, (que fue después que a los judíos), y en tanto se completa el número de sus redimidos, los judíos escogidos para el reino quedaron en la misma condición que los gentiles que están siendo llamados, "por cuanto todos pecaron (judíos y gentiles), y están destituidos de la gloria de Dios" (Ro 3:23). Pablo lo expone de esta manera: "la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes" (Ga 3:22). Por tanto, "ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Ga 3:28-29); por eso, el Apóstol aclara también que, "no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos" (...) "No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes" (Ro 9:6-7,8).

En cuanto al otro milagro, como podemos fácilmente deducir, el flujo de sangre que afectaba a la mujer, habla de esas ceremonias que, año tras año, debía celebrar Israel, sacrificando animales perfectos, cuya sangre era usada para expiar el pecado de la nación. No obstante, como dice la Escritura, "el sistema antiguo bajo la ley de Moisés era solo una sombra - un tenue anticipo de las cosas buenas por venir" (He 10:1 NTV), así que "nunca puede (ese sistema), por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan" (He 10:1); "porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (He 10:4). En otras palabras, se requería de un sacrificio mayor; el derramamiento de la sangre de un ser humano perfecto (no de un animal), que nunca hubiera pecado. Pero sólo un hombre vivió toda su vida sin pecado: el Hijo Unigénito de Dios que fue concebido sin pecadoDe tal forma que Jesús era ese Hijo del Hombre, ofrecido por Dios como el Cordero inmaculado, cuya perfecta vida era la única que podía ser aceptada en sacrifico como propiciación, para calmar la justa ira de Dios, contra una humanidad que se alzó en rebelión desde el principio.
 
La Palabra dice que la mujer menstruosa "había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada" (Lc 8:43), hasta que, puesta su fe en Jesús, tocó Su manto, y "en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote" (Mr 5:29). El mensaje aquí es que, debido a que la sangre de Jesús, el Hijo de Dios, tiene el poder de expiar en forma definitiva los pecados de los hombres que creen, todos esos rituales expiatorios que ordenaba la Ley ya no son necesarios. Por tantotal como la mujer menstruosa fue salva por la fe, el pueblo judío puede ser sanado (salvado) si cree que Jesús es el Mesías enviado al mundo para conducirlo a la vida eterna.

Complementando lo anterior, diremos que, según la ley mosaica, una mujer menstruosa era considerada inmunda, y todo lo que tocaba, fuera objeto o persona, quedaba inmundo. El motivo de esta maldición es revelado por Pablo en la primera carta a los Corintios, donde explica que "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción" (1Co 15:50). Por esta misma razón, Jesús dijo que, "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (...) "el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es(Jn 3:3, 5-6). De modo que, para ver a Dios, "es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad" (1Co 15:53).
 
En otra de sus epístolas, el apóstol Pablo explica cómo lo que se corrompe y perece se transformará en inmortal cuando Jesucristo regrese: "el Señor mismo descenderá del cielo con un grito de mando, con voz de arcángel y con el llamado de trompeta de Dios. Primero, los creyentes que hayan muerto se levantarán de sus tumbas (judíos y gentiles). Luego, junto con ellos, nosotros, los que aún sigamos vivos sobre la tierra, seremos arrebatados en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire" (1Ts 4:16-17 NTV), porque "no todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros (Pablo pensaba que él y los receptores de su carta estarían vivos cuando Cristo regresara) seremos transformados" (1Co 15. 51-52). "Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido devorada por la victoria»" (1Co 15:54 NVI).

Pero muchos se preguntarán: ¿cómo es que uno nace de nuevo? En primer lugar, hay que decir que no depende de nosotros, sino de Dios, pues, es por la fe, que es un don de Dios, que viene por oír el evangelio; a saber, la buena noticia que dice "que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que lo sepultaron y que resucitó al tercer día, también según las Escrituras"; (...) que "Él es el primer fruto de la cosecha: (es decir, que) ha sido el primero en resucitar Así como por causa de un hombre (Adán) vino la muerte, también por causa de un hombre (Jesús) viene la resurrección de los muertos. Y así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos (los que creen) tendrán vida" (1Co 15:3-4, 20-22 DHH), pues, dice la Palabra: "a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de DiosEllos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios" (Jn 1:12-13 NTV).

"Todo aquél que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios" (1Jn 5:1) escribió Juan; por eso, a fin de que muchos más sean salvos, el Señor sigue llamando a sus escogidos, a través de su iglesia, que clama: "en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!" (2Co 5:20); "Arrepiéntanse y sean bautizados cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo" (Hch 2:38 NBLA). Si hemos oímos el llamado, y nos hemos arrepentido de vivir en rebelión contra el Señor, por fe, "hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva." (Ro 6:4 NTV). Así que, "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2Co 7:17).  

La Escritura dice: "Ya que han resucitado con Cristo (regeneración o nuevo nacimiento), busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto (a la vida de pecado) y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste (segunda venida), entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria" (Col 3:1-4 NVI).

Imposible no maravillarnos al contemplar las profundidades de las Escrituras; de cómo el Antiguo y el Nuevo Testamento son inseparables, porque cada uno tiene piezas esenciales que se complementan entre sí, permitiendo armar el puzle, hasta formar la imagen perfecta.
 
Con respecto al tema que estamos analizando, en el libro de Ezequiel leemos cómo Jehová recuerda el origen poco honroso de Jerusalén, la que había sido escogida para convertirse en la prometida del Hijo de Dios, diciendo: "yo pasé junto a ti, te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive!"; "Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía. Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite..." (Ez 16:6, 8-9).
 


(Extraído de Blog: Escudriñemos el Evangelio: Estudio del Libro de Mateo, Parte V, - Capítulos 9 y 10)

Traducciones de la Biblia usadas en esta entrada:

  • RVR60: Reina Valera Revisada en 1960
  • DHH: Dios Habla Hoy
  • NVI: Nueva Versión Internacional
  • NTV: Nueva Traducción Viviente
  • NBLA: Nueva Biblia de las Américas 
  • RVC: Reina Valera Contemporánea


 



martes, 30 de abril de 2024

EL EVANGELIO DEFINIDO POR LA BIBLIA

Mucho hablamos del Evangelio, pero si nos preguntan: ¿Qué es el evangelio?, ¿Sabemos responder correctamente?

Los siguientes son algunos versículos recopilados de la Biblia, Versión Reina Valera 1960, que nos ayudarán a entender bíblicamente qué es el evangelio (subrayé lo que, a mi juicio, es la esencia de la buena noticia. De hecho, con sólo leer lo subrayado, ya tendrás una idea clara de qué es el Evangelio):

Juan 3:16-18:  Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 

Romanos 5:8-10: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Tito 2:14: [Jesús] quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

Hebreos 9:14: ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

1 Pedro 2:24: [Jesús] quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Romanos 5:1-2: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Romanos 3:22-26:  la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.

Romanos 1:17:  Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Colosenses 1:13-14: el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

2 Tesalonicenses 2:13-14: Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

2 Corintios 5:19: que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

1 Corintios 15:2-4: por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;

1 Corintios 15:20-22: Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.

Efesios 1:3-7: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,

Isaías 53:4-6: Ciertamente llevó él (Cristo) nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Apocalipsis 5:9-10: y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

2 Timoteo 1:9-11: quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.

Isaías 43:7-8: todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice. Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos.

Isaías 43:10-11: Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. 

Isaías 43:19-21: He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido.  Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.

Isaías 43:24-26: No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte.

Isaías 44:3-6: Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro escribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel. Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.

Isaías 55:1-5: A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las nacionesHe aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.

Hebreos 2:14: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,

Romanos 8:3: Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;

Filipenses 2:6-11: el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Colosenses 2:12-15: sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.  Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Apocalipsis 1:17-18: Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;  y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

2 Timoteo 1:10: pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,



Lectura complementaria recomendada:




sábado, 29 de abril de 2023

¡URGENTE! ... El fin está cerca... Pero aún estás a tiempo...


«Despiértate, tú que duermes;
levántate de los muertos,
y Cristo te dará luz».
(Ef 5:14 NTV)

No hay tiempo que perder. Cuando Jesucristo vuelva, y el mundo como lo conocemos termine, sólo habrá dos posibilidades: resurrección para vida eterna en el paraíso, donde el gozo será permanente, porque ya no habrá llanto, ni clamor ni dolor; o resurrección para condenación eterna, en el fuego que no se apaga, donde el gusano del hombre no muere

Porque todos los muertos resucitarán, pero no todos tendrán el mismo destino. Cuando Jesucristo regrese, destruirá la muerte en forma definitiva, por tanto, nadie podrá morir, aunque lo busque y desee con toda su alma.

A los verdaderos creyentes nos duele saber que muchos están muriendo sin saber que irán a condenación eterna, porque no quisieron conocer a su Salvador. Pero los que tenemos a Jesucristo no le tememos a la muerte, porque sabemos adónde iremos, pues, nuestro Señor fue a preparar lugar para nosotros en la casa del Padre.

El mundo vive bajo el engaño del maligno, quien cegó el entendimiento de los que rechazan oír la Verdad, y no quieren ceder un segundo de su tiempo a escuchar el evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios que vino, hace casi dos mil años, a llamarnos al arrepentimiento y a creer la buena noticia de la salvación; el mismo llamado que ahora sus discípulos, con voz de súplica, hacemos: "En nombre de Cristo, reconcíliate con Dios".

Muchos dirán ¿De qué tengo que arrepentirme? No le hago daño a nadie. Hay muchos peores que yo, etc. Argumentos para creer que no hay de qué arrepentirse sobran, sin embargo, todos debemos arrepentirnos de haber vivido en rebelión contra Dios, ignorando su Palabra, dando por sentado que somos buenas personas, y que tenemos ganado el cielo, cuando lo único cierto es que, sin Jesucristo estamos muertos en nuestros delitos y pecados, y necesitamos al Redentor enviado por Dios, para que alumbre nuestro entendimiento, y comprendamos cuán grave pecado es despreciar el maravilloso regalo de amor del Hijo de Dios, que vino a ofrecer su vida para darnos vida eterna.

Porque Dios está airado con todo el que no se arrepienta y que rechace a su Hijo, y derramará esa ira después que la iglesia, la congregación de los santos lavados en la sangre de Jesucristo, sea sacada de este mundo. 

Buscadle mientras pueda ser hallado. Este es tiempo de deponer nuestro orgullo, y humildemente pedir a Jesucristo que tome control de nuestras vidas, deseando, profundamente, comenzar a vivir una vida conforme a la voluntad de nuestro Señor

Si oramos a Dios, en el nombre del Señor Jesucristo, pidiéndole que nos perdone, y que nos muestre cómo seguirle, estaremos dando un gran paso a la vida eterna.

No te demores. Piénsalo rápido. Es una decisión para la eternidad. Eliges vida eterna si clamas al Señor que te redima; de lo contrario, seguirás siendo hijo de las tinieblas, condenado a sufrir la ira de Dios, y la segunda muerte, reservada para Satanás y todos los que, sin saber, vivieron obedeciendo su voz, y rechazaron escuchar el llamado de Jesucristo que vino a rescatarnos.


"Jesús le dijo: 
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; 
nadie viene al Padre, sino por mí".
(Jn 14:6 RVR60)


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